Quería empezar este artículo de otra manera, pero cada vez que veía el título pensaba en el Chapulín colorado tratando de decir algo y siendo interrumpido con un “tú te callas”o “No digas nada Chapulín”. Y en la era en la que regalaron micrófonos y parlantes amplificados a casi cada persona del planeta quisiera negar, pero no puedo, que he sentido inmensas ganas de decirle lo mismo a algunas voces que se levantan con toda suerte de comentarios que yo considero inoportunos, inapropiados, poco sabios, poco constructivos o incluso destructivos. Y debo decir que también, y gracias a Dios, me lo he dicho a mí misma, luego de considerar si mis comentarios no llegan a ser oportunos, apropiados, sabios y constructivos.
El escenario del que hablamos actualmente, según el reporte efectuado por el gabinete especializado en usos digitales Kepios y publicado por la agencia We are social y la firma Meltwater es el siguiente: que 6 de cada 10 personas en el mundo tiene cuentas en redes sociales y al parecer pasamos en internet alrededor de 6 horas de nuestro día ¿Puedes creerlo?
Ahora, a la luz de la carta de Pablo a la iglesia en Colosas, Asia menor, evaluémonos, y pensemos dónde estamos poniendo la mirada.
Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.
Y continuemos con una porción del capitulo 3 entre los versículos 5 al 7
“Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas. Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.”
¿Revela tu tiempo en redes sociales una nueva naturaleza o la vieja? Pablo escribió esta carta desde la cárcel en Roma, alrededor del año 60 después de Cristo. Se la escribió a una iglesia que estaba siendo seducida por vanas filosofías que se extendían desde diferentes regiones cercanas, Pablo entonces advertía a la iglesia de no seguir tradiciones humanas. Una clara invitación a no encontrar comunión con las cosas del mundo y por el contrario, buscar en la iglesia que no hubiese discusiones sobre temas intrascendentes, como ser judío o griego, ya que todos somos uno en Cristo.
La reflexión en esta carta, alrededor de nuestra interacción en redes sociales debería apuntarnos a nuestra relación con Cristo y a si nos acercamos tanto a nuestro maestro que buscamos ser sus imitadores, no influencers sino misioneras en una tierra hostil. No llevando nuestra nuestra propia opinión, sino buscando que quiere decir Su palabra frente a cada hecho. No poniendo la mira en nuestra selfie, sino en Su imagen que se refleja en nosotros.
Que ante cualquier noticia o hecho que se nos invite a comentar, a compartir, antes de decir ‘yo opino” podamos reflexionar sobre qué dice Dios al respecto. Nuestra necesidad de la Palabra de Dios es evidente. A través de ella podremos renovar nuestro entendimiento para tener un concepto correcto de Dios, de la gente, de nuestra interacciones en escenarios digitales y de nosotros mismos.
Y como invitación final una oración para que seamos capaces de rendirnos al Señor y a su Palabra, ya que su poder se perfeccionará en nuestra debilidad (2ª. Corintios 12:9).
Apasionada por compartir a Cristo.