No vuelvas a Egipto

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La última vez que salté al vacío, pasó como en todas las anteriores, Dios me agarró firmemente.
pero yo tenía miedo. MIEDO, con todas las letras en mayúscula.

El miedo a veces sale como rabia, otras como ansiedad y otras veces se parece a la
procrastinación… pero se origina en el mismo punto… Creer que vamos solas, por nuestra
cuenta, y entonces, es como si se nos desnudara nuestra inmensa pequeñez y nos damos
cuenta que no podemos, que no somos capaces, que ese reto que está adelante es muy grande,
es gigante, peludo, feo y lanudo.

Es verdad que no podemos. Es verdad que no somos capaces, es verdad que el problema puede
ser grande, gigante, peludo, feo y lanudo. Pero es mentira que estamos solas.

Números es uno de los primeros 5 libros de la Biblia y nos cuenta parte de la historia del viaje
del pueblo de Israel por el desierto, luego de ser liberado de 400 años de esclavitud en Egipto.
En el libro se nos cuenta de cómo iba avanzando este pueblo, superando dificultades gracias al
obrar de Dios, y del temor que ellos sentían: ¿Tendrían agua suficiente? ¿Comida suficiente?
¿bienestar?

En Números 13, Moisés envió a doce líderes de las tribus de Israel a explorar la tierra de
Canaán, el territorio prometido, y a pesar de que los exploradores trajeron informes positivos
sobre la tierra fértil y abundante, donde los racimos dela uvas debían ser cargados por varios
hombres, la mayoría de ellos también informaron que la gente allí era fuerte y las ciudades
estaban fortificadas. Esto hizo que el pueblo de Israel se asustara y tuviera miedo de entrar en
la tierra que el Señor les había dado.

En Números 14, el pueblo de Israel incluso propuso volver a Egipto, donde su esclavitud y
trabajos eran al menos bien conocidos, olvidando sus sufrimientos en medio de los cuales
habían clamado por ayuda a Dios. No estaban dispuestos a enfrentar sus miedos y a avanzar en
la dirección que Dios les había indicado. Como resultado, Dios les hizo vagar por el desierto
durante cuarenta años, antes de permitirles entrar en la tierra prometida.

Contrario a esto que vemos aquí, 2a. Corintios 5:7 nos dice que “andamos por fe y no por ver”.
Porque quienes conocemos a Jesús y lo reconocemos como nuestro Salvador, caminamos
confiadamente sin saber lo que el futuro nos presentará, o al menos deberíamos pedirle al
Espirito Santo que nos ayude a intentarlo.

¿Sabias que  la fe y el miedo, aunque parecen polos opuestos, son parecidos? son parecidos en
que estamos creyendo en algo que aun no ha pasado, pero la fe produce en nosotros
resultados positivos, mientras el miedo negativos.

El miedo nos paraliza para contemplar mentalmente los desenlaces catastróficos, mientras que
la fe nos impulsa confiadamente hacia los brazos de un Dios que nos ha dicho: “Yo estaré con
ustedes hasta el final” (Mateo 28:20)

¿Cuándo fue a ultima vez que sentiste miedo? ¿Qué hiciste? ¿Alimentaste tus temores o
alimentaste tu fe? Pero, ¿Cómo alimentar la fe?

Primero: Ora. La oración es una forma importante de fortalecer nuestra fe y confiar en Dios
para superar nuestros miedos. Al orar, podemos pedirle a Dios que nos dé la fuerza y la
confianza para enfrentar nuestras preocupaciones y miedos. La fe es un don de Dios, así que
pide confiadamente este regalo.

Segundo: Lee la Biblia: La Biblia es una fuente de fortaleza, es una lámpara a nuestros pies en
nuestro camino, está viva, es eficaz, no regresa vacía. Memoriza porciones que puedan venir a
tu mente en momentos de debilidad.  Recuerda lo que dice Romanos 10:17: “   Así que la fe viene
como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo.”

Tercero: Busca apoyo en tu comunidad de fe. Es importante tener personas en nuestras vidas
que nos apoyen y nos animen en nuestra fe. Al conectarnos con otros creyentes, podemos
encontrar aliento y fortaleza para enfrentar nuestros miedos.

Cuarto: Toma acción. La fe no es solo una cuestión de creer, sino también de actuar en
consecuencia. Al tomar acción para enfrentar nuestros miedos, podemos demostrar nuestra
confianza en Dios y en Su capacidad para ayudarnos a superar nuestras dificultades.

En resumen, la fe es una poderosa herramienta para vencer el temor. Al orar, leer la Biblia,
buscar apoyo en la comunidad de fe y tomar acción, podemos demostrar nuestra confianza en
Dios y encontrar la fuerza y el coraje para enfrentar nuestros miedos.

La próxima vez que tengas miedo, no vuelvas a Egipto, y mientras caminas por el desierto de la
la prueba, no alimentes tus temores sino tu fe. Busca a otros hermanos en la fe para que te
ayuden a no desmayar y pon tu mirada en Aquel que es el autor y consumador de nuestra fe,
Jesús.

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