Ni se compra ni se vende

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Tal vez esta frase te recuerde una canción que muchos de los adultos actuales escuchamos decenas de veces mientras crecíamos; la canción original decía: “Ni se compra ni se vende, el cariño verdadero”, y yo quiero usar esa frase para pensar en voz alta sobre el verdadero significado de la Navidad. Estamos iniciando el mes de diciembre, que es de lejos el mes más comercial del año; en este mes, muchos sectores de la economía en todo el mundo hacen sus mejores ventas; renglones del comercio como: comida, ropa, regalos y turismo aspiran a vender más que en todo el año.

¿Por qué en diciembre se compra y se vende más que en cualquier otro mes?

La respuesta es muy fácil: Porque en diciembre se celebra navidad, y navidad es sinónimo de comprar ropa, dar y recibir regalos, salir de vacaciones, visitar familiares, tomar licor, bailar, gastar y gastar.

Creo que, en honor a la verdad, con la navidad, sucedió lo mismo que con muchas de las fechas que celebramos cultural y socialmente, pero desconociendo su origen y su historia original.

Vala la pena entonces, recordarnos y recordar al mundo, lo que realmente es la navidad.

Creo que estamos en deuda con el acontecimiento más importante de la historia, si limitamos la navidad solamente a una fecha de vacaciones, reuniones familiares, frenéticas compras de último momento, interminables filas en almacenes y supermercados, monumentales congestiones de tránsito y el gasto desmedido de grandes sumas de dinero para estar a la altura de una sociedad consumista que nos quiere convencer de que la navidad es una época de vender y comprar.

No, la navidad es mucho más que una fecha comercial; lo sabe Dios, lo dice la Biblia, y lo deberíamos saber nosotros que tenemos el privilegio de conocer la historia que dio origen a esta celebración universal que incluye de todo, menos lo más esencial: El verdadero significado de la natividad.

¿Cuál es el origen?

¿Qué celebramos en la navidad?

Intentemos volver a la primera navidad de la historia:

Por tanto, el Señor mismo os dará una señal: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel. (Isaías 7:14)

Porque os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. (Lucas 2:11)

Esto fue lo que sucedió: Un nacimiento en precarias condiciones; sin precedentes ni suceso posterior que se le iguale, una virgen dio a luz un niño, pero no un niño cualquiera, no un niño más; el que nació en la primera navidad fue el Salvador del mundo, el Redentor del alma, el Príncipe de paz, el Sanador Herido, el Rey del universo, el Juez supremo y el Señor de todos los Señores.

Nació Jesús, se cumplió la promesa esperada por decenas de años por un pueblo sufriente. Nació Jesús, Dios se hizo hombre, Dios vino al mundo para salvar al mundo; Dios vino al mundo para sanar a los quebrantados de corazón, para hacer libres a los esclavos y para pagar la impagable deuda de nuestra justicia.

Eso es navidad, es nacimiento, es la mejor noticia que cualquier ser humano pudiera recibir; lo profetizó Isaías y lo narró Lucas: “Porque os ha nacido en la ciudad de David, un salvador”.

No hay regalo más grande que un redentor para tu alma y la mía, no hay mejor regalo que Dios hecho niño para librarnos del infierno y del insufrible peso de nuestro pecado.

¡Esto es navidad! Es nacimiento de un niño que nació con el único fin de morir por la humanidad. En esa primera navidad no hubo fiesta, no hubo juegos pirotécnicos, no hubo comida, no hubo ropa nueva; hubo dolores de parto de una virgen, hubo silencio, hubo hambre y sed después de un largo viaje, no hubo música ni algarabía, pero hubo amor, amor eterno, amor que redime y salva; y hubo gracia, desmedida, gracia para ti y para mí y para todo el que quiera creer que un día, hace mas de 2.000 años, en un pequeño pueblo, en un establo, con burros y vacas, nació Jesús y eso, mi querida amiga, no lo puedes olvidar.

Por favor, recuerda esta historia, cuéntala a tus hijos y nietos, y cuando celebres navidad, no dejes de lado al protagonista de la primera navidad; no olvides que es más que estrenar, comprar y vender. Así que, recuerda que, en navidad, ni se compra ni se vende; en navidad se recuerda, se cree y se conmemora el evento más maravilloso de la historia y de tu historia: nació tu Salvador.

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