Embelleciendo el templo

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Si ustedes han tenido la oportunidad de visitar un templo religioso se darán cuenta de los detalles artísticos, arquitectónicos y técnicos que cada uno contiene; digamos que hay un arte, una “belleza” en ellos, y esto no se obtuvo de la noche a la mañana, sino que fue el trabajo de varios años de preparación para poder llegar a esa hermosa construcción.

En la Biblia, en el Antiguo Testamento, el templo, tabernáculo o santuario era el lugar más importante para el pueblo de Israel, ya que ese era el lugar donde estaba el arca del pacto, en otras palabras donde “habitaba la presencia de Dios”.

Cuando Dios le dio las instrucciones a Moisés de construir el tabernáculo en Éxodo 36:2-3 nos dice que se involucró a personas hábiles y llenas de la sabiduría del Señor; además se recogieron ofrendas para la construcción y éstas eran de la mejor calidad.

Más tarde, Salomón construye el templo y el primer libro de Reyes da cuentas de la belleza, gloria y esplendor con el que fue hecho el lugar donde Dios habitaría.

Lo anterior nos deja ver el anhelo de Dios por el cuidado que ha de tenerse con el lugar donde Él habita.

Ya en el Nuevo Testamento se nos empieza a hablar de que la morada de Dios ya no es un templo físico o material sino que los creyentes somos el templo de Dios.

Así lo afirma el apóstol Pablo en 1ª. Corintios 3:16: ¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes

Pero entonces… ¿nos está hablado de la apariencia de este templo?

A lo largo de la historia las mujeres han empleado un sin número de procesos o procedimientos estéticos para mantenerse bellas externamente, sin embargo, hoy en día, vemos que el deseo de verse bien se ha elevado al punto de hacer uso de procedimientos quirúrgicos para “corregir aquello que nos parece imperfecto”.

Esta búsqueda de belleza externa está llevando a algunas mujeres a desórdenes alimenticios, a problemas de depresión y aún a pensamientos suicidas por el deseo de querer ser aceptadas.

Por el afán de lo externo estamos perdiendo de vista lo realmente importante, y quiero qué pienses ¿realmente vale la pena cultivar este tipo de belleza? ¿esta belleza perdura?

Querida mujer y amiga, la invitación es la que nos dice la Palabra de Dios en 1ª.Pedro 3:3-4  es la siguiente: Que la belleza de ustedes no sea la externa, que consiste en adornos tales como peinados ostentosos, joyas de oro y vestidos lujosos. Que su belleza sea más bien la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu suave y apacible. Esta sí que tiene mucho valor delante de Dios.”

Si has recibido a Cristo, ahora, por el Espíritu eres un templo donde Dios habita, así que, ese templo  ha de ser adornado cada día por una belleza íntima, por un carácter suave y apacible . Que así como le dedicamos horas a lo exterior, dediquemos horas a nuestro templo espiritual, que tengamos el cuidado y el compromiso de presentar nuestras emociones, sentimientos, y relaciones a nuestro Señor y Salvador todos los días, y así poder tener la verdadera belleza que no se corrompe con los años.

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