“—Hijo, ¿por qué te has portado así con nosotros? —le dijo su madre—. ¡Mira que tu padre y yo te hemos estado buscando angustiados!” Lucas 2:48
Estas palabras las dijo María, la madre de Jesús, y puede que suene muy irónico, pero ni la madre de Jesús se libró de la angustia y la preocupación que muchas de nosotras hemos tenido con la crianza y cuidado de nuestros hijos.
¿Y cómo podríamos definir esa virtud o atributo de ser madre? antes de que llegaran los hijos a nuestra vida, algunas nos creamos unas expectativas al respecto, y seguramente pintamos la maternidad como un estado en el que nos sentiríamos completas, satisfechas, rodeadas de mucho amor, y entregando lo mejor de nosotras para que nuestros hijos crecieran seguros y felices.
¡Esto es cierto! En parte, porque al llegar los hijos, comprobamos lo que algunas nos decían: “mujer, cuando llegan los hijos no vuelves a dormir bien” es verdad, la maternidad para muchas quizás se ha convertido en cansancio, en impotencia ante muchas situaciones que no sabemos cómo actuar, en culpa porque pensamos que no debemos perder la paciencia con nuestros pequeños, en soledad porque nos aferramos a nuestros hijos y nos alejamos levemente de nuestros esposos, familiares o amigos.
Esto sin contar a aquellas que sufrieron o están sufriendo depresión posparto, o han tenido problemas con la lactancia cuando nacieron sus pequeños, o ahora no saben cómo lidiar con su hijo adolescente… en definitiva, pareciera que muchos enemigos “invisibles” intentaran desanimarnos en esta labor tan importante de ser madres y de ser virtuosas en ese camino.
Pero ¿qué podemos hacer al respecto? ¿rendirnos? ¿dejar que la queja, la amargura o la resignación hagan nido en nuestras vidas?
En Mateo 11:28 Jesús nos dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”
Estas palabras de Jesús se han utilizado como aplicación a muchas situaciones, pero hoy mujer y madre, quiero regalarte estas palabras e invitarte para que vengas a descansar a sus pies.
La pregunta es ¿cómo podemos descansar en él? El mismo texto nos responde: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”.
Es necesario, y podría decir irrevocable que rindamos esas preocupaciones y angustias en manos de nuestro Salvador, pero también es necesario que aprendamos a ser mansos y humildes como el mismo Jesús lo fue con nosotros.
Sé que la invitación de Jesús sería fácil de aceptar, pero la demanda no tanto, sobre todo cuando en la actualidad se nos está vendiendo por todos los medios que las mujeres debemos ser empoderadas, que si no queremos tener hijos podemos abortar, que primero está nuestro bienestar y paz mental, y nada ni nadie puede o debe sobrepasar eso.
En otras palabras, el Yo está en el centro de todo.
Lo que ignoramos es que para poder salir adelante en esta virtud de ser madres es necesario negarnos a nosotras mismas, diría yo, todos los días, entregando nuestras angustias en manos del que todo lo sabe y de quien conoce nuestras necesidades y angustias; y, a la vez, tomar el yugo de Jesús, que es fácil y liviano.
Apreciada amiga, mujer y madre ¡descansa! porque la presencia del Señor está en todas partes: en un cambio de pañal, mientras duermes a tu bebé, mientras limpias la casa, cocinas o recoges todo el desorden, mientras trabajas todo el día en la oficina y llegas en la noche a seguir trabajando en las labores del hogar, mientras compartes salidas con tus hijos adolescentes, aunque ellos no hablen mucho.
Escucha la verdad de Dios para ti como mamá hoy: ¡No estás perdiendo tu tiempo! en realidad ahora estás invirtiendo en algo mucho mejor y de más valor, como lo es cuidar a tu familia, educar a tus hijos e instruirlos en el temor del Señor.
Nuestro Dios nos sale al encuentro como mujeres en la cotidianidad.
Por eso ¡Madres! “No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos.” (Gálatas 6:9), y si seguimos cuidando de nuestros hijos e instruyéndolos en la Palabra y disfrutando este proceso de maternidad, estaremos haciendo el bien, y tenlo por seguro ¡Jesús te hará descansar!
Melissa Puentes, esposa de un tico, madre de Ethan, servidora por la gracia de Dios en los ministerios de alabanza y jóvenes en la Iglesia Bíblica Nazareth (San José, Costa Rica).