Mirando el relato de la historia de Jonás podemos preguntarnos: ¿Cuáles son el tiempo y el lugar ideal para orar?
La primera pregunta es: ¿Cuál es el tiempo ideal?
Según Jonás 2:1-10 él no oró cuando Dios le habló y lo comisionó para hacer un viaje misionero a Nínive. Tampoco oró antes de tomar la decisión de irse en la dirección contraria para huir de la presencia del Señor.
No oró al llegar a Jope; tampoco cuando encuentra un barco que va a salir, ni antes de comprar el tiquete. Ya subido en el barco, tampoco ora, sino que baja al fondo de la nave y allí se acuesta a dormir.
El Señor envía una gran tormenta, y mientras los marineros luchan angustiados por sobrevivir, Jonás tampoco ora.
Él duerme profundamente, es arrojado al mar, y en ese momento no oró; es tragado por un pez enorme que Dios le ha preparado, donde pasa 3 días y 3 noches, y es sólo después de ese tiempo cuando decide volver a hablar con Dios y entonces ora.
El capítulo 2 empieza con la frase: “Entonces Jonás oró al Señor”. Sólo cuando ya estaba en una situación desesperada decide hablar con Dios. Su oración tiene una carga emocional que la demuestran claramente las expresiones que usa:
“En mi angustia clamé al Señor…desde las entrañas del sepulcro pedí auxilio…pensé: he sido expulsado de tu presencia. Las aguas me llegaban hasta el cuello, lo profundo del océano me envolvía; las algas se me enredaban en la cabeza…me tragó la tierra, y para siempre sus cerrojos se cerraron tras de mí”. (Jonás 2:2-6)
Al volver a preguntarnos ¿cuál es el mejor momento para orar? pienso en las veces que en la vida tomamos decisiones, iniciamos trabajos, proyectos, estudios, viajes, relaciones y negocios sin tener en cuenta la voluntad de Dios, sin orar y sin contar con su ayuda y dirección.
La segunda pregunta es: ¿Cuál es el mejor lugar?
Jonás pudo hacerlo en la tranquilidad de su hogar, antes de irse a Jope, en el camino o al llegar allí. Pudo orar al subir al barco, pero prefirió dormir y hacer caso omiso a su relación con Dios.
Fueron necesarios tres días y tres noches viviendo la terrible experiencia de estar dentro del vientre del pez y de sentir toda la angustia de ese lugar espantoso, oscuro, húmedo, frío y similar a un sepulcro para acordarse de clamar a Dios en una oración desesperada que incluía los efectos y consecuencias de su desobediencia.
Nosotras también decidimos el tiempo y el lugar donde queremos orar. Podemos orar tranquilamente antes de tomar cualquier decisión, o podemos esperar para orar cuando ya estamos viviendo las consecuencias desastrosas del pecado y la desobediencia al Señor.
A pesar de la rebeldía de Jonás, el propósito de Dios se cumplió en su vida y en la vida de los Ninivitas.
La Palabra lo dice así en el Salmo 138:8 “Jehová cumplirá su propósito en mí.”
Que Dios nos ayude para poder escoger siempre el mejor tiempo y el mejor lugar para estar “A sus pies” recordando que tenemos un Dios cercano que desea escucharnos, guiarnos, acompañarnos, y ayudarnos hasta lograr el cumplimiento de sus planes y propósitos para nuestras vidas.