Me atrevería a asegurar que en las conversaciones populares y en las salas de nuestras casas en alguna ocasión hemos escuchado esa famosa frase: “las buenas mujeres cada vez son más escasas”; lo que no sé es con qué grado de autoridad o sobre qué parámetros hacen tal afirmación.
Providencialmente el autor de esta pregunta: “mujer ejemplar, ¿dónde se hallará?” (Proverbios 31:10) lo hace en el contexto del libro de Proverbios, que significa “ser semejante”.
Todos los dichos contenidos en Proverbios son parte de un sinnúmero de instrucciones sobre cómo vivir de este lado de la eternidad una vida sabia y piadosa que honre al Creador y que esté fundamentada en la inspirada palabra de Dios y no en los rudimentos imperfectos de las normas humanas.
Pero, ¿qué identifica a una mujer virtuosa?
Esta parece ser una pregunta muy propicia para nuestra época actual; un tanto ofensiva para algunas de nosotras, pues nos consideramos honorables, rectas, nobles, emprendedoras, esforzadas, valientes, muy trabajadoras y responsables con las tareas del hogar como esposas y madres. Probablemente somos algo de todo esto y mucho más.
Esta pregunta parece desvirtuar todo el valor y significado de esos atributos que acabamos de mencionar.
Desde mi perspectiva, la intención del autor de Proverbios 31 dista mucho de cuestionar o juzgar el rol de cada mujer.
Tal vez lo que desea hacer es abrir desde la sabiduría divina un inmenso abanico de virtudes de la mente, el alma y el actuar de una mujer que ha logrado entender que “el principio de la sabiduría es el temor del Señor” (Proverbios 1:7), y que “la mujer que teme al Señor es digna de alabanza” (Proverbios 31:30).
Esta perla de incalculable valor se hace mayormente relevante en tiempos donde la virtud, el carácter y otros rasgos que identifican a las mujeres no son precisamente los del espíritu, sino otros como los físicos, mentales, académicos, laborales, y ni hablar de la importancia que tienen hoy las emociones.
Vivimos en la era de los extremos, la época donde a diario nuestro corazón levanta dioses falsos e incapaces de saciar la necesidad del alma de una mujer.
La pregunta en su contexto nos deja ver que el problema de carencia de valores y virtudes bíblicos ha sido un asunto de siempre; el corazón de las mujeres hoy es similar al de las mujeres de antaño: “engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso” (Jeremías 17:9).
Proverbios fue escrito hace más de 2.900 años, entre el 950 y 700 a.C. así que la difícil tarea de encontrar a una mujer de honor y dignidad, de carácter firme, fuerte ante las adversidades, valiente y decidida pero a la vez bondadosa, que se hace sierva ante sus siervos, hijos, esposo y la sociedad, no es un problema de los avances tecnológicos, ni de la moda, incluso ni siquiera se debe al hecho de que la mujer ha escalado nuevas posiciones en la esfera social y su labor como ama de casa ha sufrido una sustancial transformación.
El problema por el cual es tan difícil encontrar a una mujer virtuosa tiene que ver con la condición pecadora del corazón humano.
La mujer virtuosa empezó a escasear desde el Huerto cuando Adán y Eva decidieron salirse del diseño y orden establecido por Dios, obedeciendo la voz de Satanás y de su propio corazón. Fue allí donde la mujer perdió ese carácter de bondad, obediencia y sujeción a su Creador.
Si hacemos nuestro propio check list de todas las virtudes mencionadas en Proverbios 31:10-30 tal vez nos asombremos por el gran número de cualidades que no poseemos.
Algunas podrán decir: ¡este pasaje no aplica para mí, pues ni si quiera tengo esposo! otras que ya tuvieron dirán: ¡Yo no volveré a tener esposo!, y quizás haya un grupo que diga: ¡Me interesa este texto porque anhelo casarme, tener un esposo, hijos, criadas, hacer empresa y muchas cosas que menciona el texto!
La realidad es que las cualidades que menciona el pasaje no son una simple lista de chequeo ni son exclusividad de las casadas con hijos y muchos negocios.
La mujer descrita en el texto puede ser cualquiera de nosotras con un corazón sensible a la voz del llamado de Cristo, la encarnación de la sabiduría.
La mujer ejemplar y virtuosa está dispuesta a rendir todo su ser, capacidades, emociones y decisiones a los pies de Cristo, y a permitir que el poder del evangelio rompa los paradigmas personales, sociales y familiares, de tal manera que responde al llamado del Espíritu de Dios como María: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra” (Lucas 1:38).