Cuando la historia de Dios atraviesa nuestra historia

¿Por qué nos molesta tanto cuando nos cambian los planes? ¿Por qué salen a relucir todas nuestras emociones cuando vemos que no podemos tener control sobre las situaciones?

¿Por qué aún justificamos nuestro pecado cuando sentimos que algo no es justo o no lo merecemos, porque simplemente no era parte de nuestro plan?

En mi propia vida he pasado por varias experiencias que me han llevado a la difícil pero hermosa conclusión de que mi vida sólo es una pequeña parte de la gran historia de Dios.

Esto muchas veces nos puede molestar porque, al igual que en Génesis 3, dudamos de la bondad y perfección del Dios en quien decimos creer.

Sin embargo, él sigue mostrando su compasión y paciencia con nosotras mientras le conocemos más y aprendemos a confiar en su voluntad buena, agradable y perfecta.

El evangelio de Lucas en el capítulo 1 relata la historia de una mujer que fue atravesada por la gran historia de Dios: María, cuya vida fue trastornada por completo con el anuncio del nacimiento de Jesús.

 

En lo que quisiera enfocarte en este artículo es en las reacciones e intervenciones de esta madre ante la llegada de su inesperado bebé.

 

  1. Temor (Lucas 1:29-33)

 

La primera reacción de la joven María ante el saludo del ángel fue temor.

El ángel le dice: “No tengas miedo”, lo que nos indica que María no sólo se había perturbado y cuestionado, sino que también tuvo temor al no entender qué podría significar dicho saludo, máxime cuando para los judíos la presencia de un ángel podría indicar una invitación de Dios para ser parte de su gran plan.

El ángel continúa hablando y le menciona el favor de Dios sobre ella, sólo que esta vez le dice que ese favor es un hijo.

Sí, así como lo oyes, un hijo es la expresión del favor de Dios en la vida de una mujer. ¿Por qué es importante este gran detalle?

Porque nuestra sociedad actual nos vive susurrando a las mujeres que los hijos son un estorbo, una complicación en la agenda, una interrupción de la carrera profesional, un impedimento para la libertad, bla, bla, bla.

El texto bíblico nos recuerda que un hijo es una muestra del favor de Dios sobre nuestras vidas.

Cuando la historia de Dios atraviesa la nuestra, una primera reacción natural es el temor, pero el Dios que  interviene en nuestras vidas nos recuerda: “No tengas miedo, cuentas con el favor de Dios”.

A pesar de nuestros temores, aun cuando no entendamos y no nos cuadren las circunstancias de nuestras vidas y todo lo que nos sucede, recuerda: a Dios no se le sale nada de las manos, por el contrario, todo lo está articulando para el cumplimiento de una historia mucho mayor que la tuya, la mía y aún la de nuestros hijos.

 

  1. Incertidumbre (Lucas 1: 34-37)

 

La segunda intervención de María nos muestra algo de incertidumbre con la pregunta que hace, quizás buscando comprender cómo será posible tener un hijo  siendo virgen.

Y esta pregunta es totalmente válida, pues aunque hay muchas historias en la biblia de promesas de hijos, el caso de María es un caso único en el que se le hace dicha promesa a una mujer soltera, y no a una pareja.

Algo que puede pasar desapercibido porque el relato no nos da muchos detalles es lo que podía implicar este anuncio para el futuro de María y aún para el cumplimiento del mismo, pues si recordamos las costumbres de la época, si una mujer era señalada como adúltera, el castigo según la ley del Antiguo Testamento era morir apedreada,  lo cual se aplicaba también a la infidelidad durante el compromiso, como era el caso de María.

Sin embargo, en los tiempos del Nuevo Testamento, José podía simplemente divorciarse exponiéndola a la vergüenza y al desamparo, ya que de no conseguir otro marido, al morir sus padres quedaría sin ningún medio de vida, por lo que este tipo de mujeres podían terminar con frecuencia en la prostitución o la mendicidad, pues ningún hombre querría casarse con una mujer repudiada por su marido.

Entonces aquí tenemos a una joven recibiendo la noticia de que su futuro y su vida entera  iban a cambiar en un solo instante por el anuncio de este ángel, además de que esto se cumpliría de una manera sobrenatural y poco creíble para la tradición judía y para cualquiera que la oyera.

Esto es importante para nosotros hoy, porque somos seres tan limitados que nos abruman las diferentes circunstancias de la vida, y necesitamos recordarnos que tenemos un Dios de imposibles, un Dios más poderoso que las limitaciones y barreras que como seres humanos tenemos.

Si percibes que Dios está atravesando tu historia, quisiera que quedara clavada en tu corazón esta verdad: el Dios en el que hemos creído cumple sus promesas, aunque eso represente  intervenir en nuestra historia, todo con el fin de formarnos a la estatura de su hijo Jesucristo.

María nos invita a rendirnos, aun en medio de nuestra aparente incertidumbre, ante  el Todopoderoso, y eso es lo que ha hecho de ella un ejemplo por generaciones.

 

  1. Confianza, expresada en la entrega. (Lucas 1:38)

 

María responde a su Señor con confianza. En nuestro texto cobra relevancia el ver cómo una joven con todo el futuro por delante, dando los primeros pasos hacia su vida adulta e independiente de sus padres, reconoce que, aunque tiene planes, estos no son más grandes o importantes que los que su Señor tiene para su vida, aunque podría representar cambiar drásticamente su futuro.

Esa confianza es evidencia de la obra del Espíritu en su vida, el mismo Espíritu que vive en nosotras y que nos lleva a un acto aparentemente irracional de entregar nuestra vida a otro.

Cuando la historia de Dios atraviesa la nuestra  usualmente podremos sentir temor, incertidumbre u otras emociones más; sin embargo, en este proceso de lucha se nos invita a entregarnos a quien es completamente confiable para poder decir: “He aquí la sierva del Señor, hágase conmigo conforme a tu palabra”.

¿De qué maneras sientes que nuestro Señor ha estado interviniendo en tu historia? ¿Cómo crees que estos eventos te invitan a confiar más en tu Señor?

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