Devocional: Señor, lléname de tu Espíritu Santo

Queridas amigas y hermanas:

Quiero comenzar estas reflexiones dándole gracias al Señor por cada una de las mujeres que hacen parte de su iglesia. Cada una de ustedes es un regalo para la familia del Señor. Deseo compartirles un tema que arde en mi corazón y es sobre EL ESPÍRITU SANTO. En las próximas semanas veremos desde el libro de Hechos todos los pasajes que hacen referencia al Espíritu Santo, y desde estos estudios y reflexiones, mi deseo, anhelo, oración y clamor al Señor es que Él, en su gracia, traiga un avivamiento a cada uno de nuestros corazones y una renovación de nuestro amor por Él, y esto sólo puede ser posible desde vidas llenas del Espíritu Santo.

Espero que podamos escuchar juntas la voz de nuestro Dios, atesorarla y vivirla. Que cada acercamiento a la Palabra sea una cita especial con el Espíritu Santo y que crezcamos en ser mujeres que reflejamos más a Jesús en todo lo que hacemos, decimos, pensamos, sentimos y somos.  Clamo al Señor para que este estudio nos permita crecer más en amarlo y adorarlo con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas.

EL ESPÍRITU SANTO Y EL MINISTERIO DE JESÚS

“Jesús dio mandamientos por el Espíritu a los apóstoles que había escogido”.

Hechos 1:2

El Espíritu Santo fue muy importante en la vida y en el ministerio de Jesús y fue por él que Jesús recibió el poder del cielo para entregar mandamientos a los hombres, pues al darlos se estaba presentando como el Señor, digno de ser obedecido. Jesús recibió del Espíritu su poder, su respaldo, su sabiduría y su dirección. Jesús nunca estuvo solo, siempre estuvo acompañado y respaldado. El Espíritu Santo fue la provisión del Padre para Jesús y fue puesto a su lado para servirle, pero, en especial, para exaltarle como Señor.

Dependemos totalmente de la obra del Espíritu para nuestra salvación, pero también, para nuestra santificación y adoración al señor.

ORACIÓN:

Padre, si Jesús necesitó al Espíritu Santo cuánto más nosotras para recibir los mandamientos de Jesús y para obedecerlos. Hoy necesitamos urgentemente de tu Espíritu para vivir el llamado que nos haces, particularmente a cada una, en medio de nuestros hogares, trabajos e iglesia, para exaltar a Jesús como Señor con nuestra obediencia, pero sólo será posible con una dependencia total de tu Espíritu.

Padre, comenzamos hoy este tiempo de búsqueda de un avivamiento para nuestras vidas. Necesitamos vivir en dependencia y llenura de tu Espíritu para poder honrar a nuestro amado Jesús con vidas rendidas a Él. Solo por tu Espíritu podremos ser fieles adoradoras tuyas.

Padre, gracias por abrir el libro de Hechos desde el ejemplo de Jesús en su dependencia del Espíritu. Sólo en dependencia del Espíritu podremos obedecer tus mandamientos que se resumen en AMARTE con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas, y también, a nuestro prójimo.

Para reflexionar:

¿Hay algo que Jesús te está pidiendo que hagas y que no estás obedeciendo?

Clama al Señor para pedirle la llenura de su Espíritu Santo para que puedas expresarle a Él tu adoración y amor desde una vida con voluntad y corazón rendidos a sus pies.

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