Mi sobrina tiene una empresa de turismo ecológico extremo y me quedo perpleja cuando veo a muchos mochileros llenos de emoción, entusiasmo y admiración al contemplar todas las maravillas que se pueden observar en los páramos. Para ellos, la belleza de los paisajes los deja tan perplejos y con tanto asombro, que los llena de un deseo profundo por escalar, querer llegar a la cima y sobre todo, tomar fotos que les recuerden esos momentos tan memorables.
Para otros, el asombro se halla en los adelantos tecnológicos como un Iphone Xs Max; mientras que algunas mujeres nos asombraríamos con la belleza de la última pulsera de Swarovski. A otras, probablemente nos asombraría un viaje a una isla exótica en Dubái. ¿Qué dirías tú es lo que más te asombraría en este momento de tu vida?
Jesús, cuando estuvo en esta tierra, tuvo la capacidad de asombrar a las multitudes. En Mateo 15:31 se nos narra que “multitudes llevaban cojos, ciegos, lisiados, mudos y muchos enfermos más, y los pusieron a sus pies; y él los sanó. La gente se asombraba al ver a los mudos hablar, a los cojos andar y a los ciegos ver. Y alababan al Dios de Israel.”
Era tal la necesidad de estas personas: su sufrimiento en medio de la enfermedad, el rechazo de una sociedad, la opresión en la que vivían, que la intervención de Jesús en sus vidas les causaba asombro, un asombro que terminaba en adoración al único y verdadero Dios.
¿Qué nos está sucediendo ahora? Ante tantas novedades y curiosidades que el mundo de la tecnología, la ciencia, la moda, entre otros; los seres humanos estamos perdiendo la capacidad de asombrarnos con el sol que brilla en un día, con la luna que alumbra de noche, con la lluvia que riega la tierra, con los pájaros que escuchamos a diario y con los detalles milagrosos de hombres y mujeres creados con tanto cuidado y perfección. Este mundo materializado, viciado por los deseos engañosos de desear y poseer, nos está robando el asombro y el gozo en los hechos cotidianos y sobrenaturales de Dios.
¿Aquello que te asombra, te lleva a la alabanza al Dios de Israel? Porque Jesús, nuestro Salvador, es infinitamente bello, perfecto e inagotable. Él quiere asombrarte con su poder, su amor, su salvación, su obra santificadora. Estos son hechos milagrosos para tu vida los cuales te llevarán a adorar y exaltar al único y verdadero Dios. ¿Sacarás tiempo para contemplarlo en la oración y en la Palabra, o permitirás que la futilidad de las cosas del mundo, los deseos engañosos del adversario, que nos esclavizan, te sigan robando el asombro que produce gozo y adoración?