Abuela, puedes dejarle un gran legado a tus nietos

Acabamos de pasar la fiesta de las flores donde el evento más atrayente es el desfile de silleteros, no solo por ser emblema de la ciudad, sino también por la belleza, esplendidez, diversidad e imaginación de los campesinos de Santa Elena que con entusiasmo y dedicación elaboran estas obras de arte para el deleite de todos nosotros. Un detalle muy especial en este, es la dedicación y el empeño de los abuelos en transmitir esta labor de generación a generación. Los abuelos no transmiten únicamente el oficio sino el orgullo de su oficio. Así, las nuevas generaciones harán lo mismo. Al admirar esa bella tradición, me hizo reflexionar como abuela sobre lo que considero relevante y trascendental para transmitir al corazón de mi nieta, lo que quisiera dejar en su vida como huella indeleble de valor.

Cuando hablamos del rol que debe desempeñar una abuela, casi siempre creemos que es una cuidadora; incluso algunos relacionan la figura de la abuela con la figura de alcahueta que cuando el padre dice no, ella dice: déjalo. Pero la Biblia nos deja ver un papel mucho más relevante para nosotras.

Pablo presenta el valor y la influencia que llega a tener una abuela en la vida de su nieto. Loida fue una mujer piadosa y se convirtió en un modelo de conducta para su nieto, Timoteo. Así lo registró el apóstol en 2 Timoteo 1:5 y 3:14 y 15, Timoteo fue impactado por la enseñanza de su abuela. Timoteo recibió la mejor herencia que una abuela podría dejarle: el conocimiento de la palabra de Dios, de donde vendría la sabiduría que lo llevaría a la salvación en Cristo Jesús. Aunque no se hereda la salvación, sí se puede dejar como regalo un hogar donde Jesús es conocido como el único camino de salvación. Una enseñanza de Cristo, acompañada de un testimonio vivo de esa fe   que se transmite, dará un fruto rico en la vida de los nietos.

En Loida vemos la importancia, relevancia, influencia y valor que Dios nos da a las abuelas. Por lo tanto, aprovechemos ese lugar que el Señor nos ha dado en este tiempo de nuestras vidas y trasmitamos nuestras raíces profundas de fe. No desperdiciemos nuestro tiempo con los nietos, no dejemos de leerles la palabra de Dios, enseñarles a memorizar la Escritura, cantarles canciones que contengan las verdades de Dios y confiemos que, en los tiempos futuros, Dios se encargará, por su Espíritu, de recordar todo aquello que por su gracia hoy podemos sembrar; así cuando ellos deban enfrentar la vida, la sabiduría de Dios los encaminará hacia sus propósitos.

No habrá mayor gozo, no habrá mejor herencia, no habrá una satisfacción más grande, no existirá un mejor recuerdo que el de abuelas piadosas que no desperdiciaron su posición para bendecir a la siguiente generación y formarla en la fe que es en Cristo Jesús.

 

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