Soy madre de tres hijos recién entrados en la adultez. El tiempo ha pasado más rápido de lo que yo esperaba y en esta etapa me he encontrado frente a preguntas desafiantes: ¿Cuál es mi rol en estas edades? ¿Cómo ejerzo mi papel de madre? ¿Cómo los reprendo? ¿Cómo los instruyo? ¿Los dejo sin ninguna o con muy pocas reprensiones o instrucciones porque ya son adultos y ellos determinan sus propias vidas?
Si tienes hijos adultos, ya te habrás dado cuenta de que no piensan como tú y probablemente no quieran vivir de la misma manera. Ellos desean marcar ciertas diferencias y esto hace parte de la adultez. A pesar de ello, y sin importar la edad de tus hijos, la Biblia nos llama a esforzarnos para que nuestros hijos conozcan el amor de Cristo.
Mis hijos me dicen que consideran que la función de un padre en la adultez es muy valiosa por los consejos, la compañía, el apoyo emocional, económico, la disposición, la paciencia, la empatía a pesar de las diferencias de edad, el interés por sus cosas y el respeto por sus decisiones. Este es el punto con el que más he luchado, ya que varias de esas decisiones son contrarias a lo que yo creo deberían ser, no porque sean necesariamente inapropiadas, sino porque todavía lucho con el control de sus vidas. ¿Qué hago?
Afortunadamente cuento con un recurso infalible y es la Escritura; sé que Dios por medio de su palabra me da el mejor consejo para clarificar mi rol y saber cómo ejercer mi tarea de madre en este tiempo. Hay un ejemplo en ella que nos narra lo trágico que es dejar a los hijos solos y no reprenderlos cuando se requiere. Se trata de Elí, sacerdote y juez de Israel, mentor del profeta Samuel. Elí tenía dos hijos a los que les permitió pasar límites con sus malos comportamientos, borracheras y desórdenes sexuales. 1 Samuel 2:17-22 narra cómo la consecuencia de esta falta de autoridad sobre sus hijos fue lamentable y trágica, pues la ira del Señor cayó sobre esa familia y el mismo día murieron los hijos y el padre. La razón que Dios da para este castigo tan severo, según 1 Samuel 3:13, fue la falta de reprensión y disciplina de Elí hacia sus hijos.
El rol de la maternidad bien ejercida en cada etapa de nuestros hijos será una adecuada línea de vida para ellos. Te pregunto: ¿Qué has hecho hoy para que ellos vean a Jesús? No te canses de encaminarlos con respeto y autoridad; pero no la autoridad que se ejerce a la fuerza sino la que te da el Espíritu Santo. Las cosas con los hijos no se arreglan con órdenes fuertes sino con diálogos contundentes que sean dirigidos por nuestros principios de fe.
No dejemos de estorbarles cuando veamos comportamientos contrarios a la palabra de Dios, insistamos en la santidad para sus vidas y no nos hagamos nunca cómplices de sus malos comportamientos.
Que el Señor nos de las herramientas adecuadas para seguir siendo ese soporte maravilloso con el que pueden contar nuestros hijos. Él siempre nos dará el consejo apropiado y certero para el maravilloso desafío de la maternidad con hijos adultos.