Nuestro vestido sí importa

Medellín, la ciudad de la eterna primavera, uno de los mejores destinos turísticos de Sudamérica, no es conocida únicamente por sus bellos países o por ser la ciudad más innovadora, sino que en los últimos años se ha convertido en un referente de la moda internacional. El talento que los diseñadores paisas tienen con los hilos, las telas, los diseños y las figuras, ha hecho de esta ciudad el lugar de pasarela de múltiples diseñadores.

Esta tendencia impuesta desde nuestra ciudad nos afecta a nosotras como mujeres, toda vez que vivimos en medio de la seducción por la moda y el deseo de sobresalir por nuestra apariencia y forma de vestir. Lo que hay detrás de estos anhelos no es más que un profundo deseo por ser aceptadas y valoradas por nuestra apariencia externa.

¿Es el tema del vestido un asunto que debería importarnos como mujeres? La Biblia dice que sí. Cómo nos vestimos es un asunto del corazón, por eso Dios a través de su palabra nos dejó pautas para que como mujeres lo hagamos de la manera correcta. En 1 Timoteo 2:9-10 Pablo toca este tema: “… quiero que las mujeres se vistan de una manera modesta. Deberían llevar ropa decente y apropiada y no llamar la atención con la manera en que se arreglan el cabello ni con accesorios de oro ni con perlas ni ropa costosa.  Pues las mujeres que pretenden ser dedicadas a Dios deberían hacerse atractivas por las cosas buenas que hacen.”

Nota que el texto señala la modestia como la cualidad que debe acompañar a nuestra forma de vestir. ¿Qué significa un vestuario modesto?  Según Pablo, tiene que ver con utilizar ropa decente y apropiada que no sea llamativa.  Fíjate que el apóstol tiene en cuenta, no únicamente el vestido, sino además los accesorios y el arreglo de nuestro cabello. También nos enseña a nosotras las mujeres que las prendas con las que cubrimos nuestro cuerpo no deben ser costosas.

¿Por qué Dios tiene que hablarnos tan claramente al respecto? ¿No te parece que puede ser muy tentador cubrir nuestro cuerpo con prendas costosas y llamativas, poniendo un énfasis desproporcionado en la apariencia externa y así desviar toda nuestra atención de lo que realmente Dios aprecia de nosotras? Según nuestro pasaje, toda mujer dedicada a Dios debe mostrar su atractivo por las cosas buenas que hace.

La Biblia dice que cuando vestimos modestamente y nos hacemos atractivas por las cosas buenas que hacemos, estamos honrando a Dios. Al enfrentar este tema necesitamos tomar tiempo para examinar con cuidado las motivaciones de nuestro corazón a la hora de vestirnos. A continuación, te dejo algunas preguntas para que medites en ellas y espero que te ayuden a la hora de arreglarte: ¿A quién quiero agradar? ¿A quién quiero imitar? ¿En qué maneras quiero mostrarme atractiva? ¿Quiero sentirme deseada por el sexo opuesto? ¿Quiero llamar la atención y ser admirada?

Pido a Dios que te permita ser honesta con él y hoy examines tu vestimenta y tu corazón y que, por su gracia, marques una diferencia, pero no con tu ropa, ni con tu apariencia sino con las virtudes que él ha formado en tu corazón.

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