Hace algunos años, los canales nacionales transmitían un anuncio institucional todos los días a las 7:00 pm con esta pregunta: ¿Sabes dónde están tus hijos en estos momentos? La pregunta quería concientizar a los padres acerca de la imperiosa necesidad de estar atentos al paradero de sus hijos. Hoy día, muchos de los nuestros se hallan perdidos, y nosotros los padres no sabemos dónde se encuentran. Algunos están extraviados en internet y en las redes sociales; otros en los videojuegos y celulares; otros en las drogas, el sexo y la pornografía. Siendo así, la pregunta resuena fuerte para ti y para mí: ¿sabes dónde están tus hijos en estos momentos?
El evangelio de Lucas en el capítulo 2:41-52 nos habla sobre un hijo que se perdió: Jesús. Cuando Jesús cumplió 12 años, fue con sus padres a Jerusalén para la fiesta de la Pascua, y al emprender el viaje de regreso, Jesús se queda en Jerusalén sin que sus padres se den cuenta. Uno de los detalles que me llama la atención en este pasaje no es que Jesús se halla extraviado, sino la reacción de los padres al darse cuenta de que su hijo está perdido. José y María inician una búsqueda desesperada. Caminaron un día entero, pensando que iba entre parientes y conocidos. Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén tras su rastro. Lo buscaron durante tres días, hasta que lo hallaron. Para estos padres, la búsqueda fue intensa y angustiante, pero no pararon ni desmayaron hasta lograr su cometido.
Cuánto nos enseña y desafía a los padres de hoy la actitud de José y María. Algunos de nuestros hijos perdidos, necesitan de padres que con perseverancia e insistencia salgan a buscarlos, sea cual sea el lugar donde estos se hallen. Que Dios te dé la urgencia y la persistencia que le dio a José y a María.
Para fortuna de los padres de nuestra historia, Jesús no estaba extraviado; Él estaba muy ubicado y sabía con certeza el propósito por el cual estaba en esta tierra. Entendía cuál debía ser su lugar y cuál la relación más significativa para su vida: Él estaba en la casa de su Padre. La ironía en esta historia de Lucas es que el extraviado no es el hijo, sino sus padres, pues desconocían el propósito de Dios para él. José y María necesitaron ser hallados por Cristo.
¿Qué de ti mamá? ¿Has sido hallada por Jesús? Si estás anhelando encontrar a los tuyos, necesitas ser tú la primera en reconocer que estás extraviada y entonces serás encontrada por Cristo; luego, Él te dará la gracia, la compasión y la sabiduría para salir en la búsqueda de tus hijos. Unos capítulos más adelante Jesús mismo dijo: El Hijo del Hombre vino para buscar y salvar lo que se había perdido (Lucas 19:10).