“…Han pasado por muchas dificultades, pero están muy felices. Son muy pobres, pero han dado ofrendas como si fueran ricas.” Escucha con atención, suena incoherente, ¿verdad? ¿Cómo puede alguien que ha pasado por muchas dificultades estar muy feliz? ¿Cómo puede alguien ser muy pobre y dar ofrendas como si fuera rico? Parece contradictorio e incluso absurdo. Pero no lo es, la economía del Reino de Dios es diferente a la de este mundo caído; echemos un vistazo:
- El mundo nos dice: “Acumula”, Dios nos dice: “Da”
- El mundo nos dice: “Es mejor recibir”, Dios nos dice” Es mucho mejor dar que recibir”
- El mundo nos dice: “Haz muchos tesoros en la tierra”, Dios nos dice: “Haz tesoros en el cielo”
- El mundo nos dice: “rico es el que tiene”, Dios nos dice: “rico es el que da a los demás”
En la Segunda carta a los Corintios, Pablo pone de ejemplo a algunas iglesias de la región de Macedonia, sobre la manera como ellas habían ayudado en la extensión del Reino, y nos cuenta que las personas de estas iglesias habían dado mucho, aún desde su pobreza, y que dieron todo lo que podían y aún más allá de sus posibilidades. Relata también cómo dieron por su propia voluntad y no por obligación. Resulta casi imposible no mirarnos ante este espejo de generosidad y preguntarnos:
¿Qué tan generosas somos?
¿Qué excusas podemos poner al momento de dar y bendecir a otros?
Creo que la exuberante generosidad de estas iglesias, nos dejan sin pretextos o argumentos para dar:
¿Crees que estás pasando por un mal momento y por eso no puedes dar a otros? La Biblia dice que estas iglesias habían pasado por MUCHAS dificultades, pero aun así tenían gozo y no dejaron de dar.
¿Crees que no tienes lo suficiente como para bendecir a otros? Estas iglesias eran MUY POBRES, y aún así daban ofrendas como si fueran ricas, ¡Qué desafío para nosotras, ¿Verdad?!
Tal parece que las personas de estas iglesias dieron TODO lo que podían y aún más allá de
sus posibilidades. Este texto nos invita, nos exhorta y nos desafía sobre la manera y sobre
todo la actitud con la que debemos dar. Permíteme compartir contigo algunas concusiones de este espejo de generosidad:
- No damos porque tenemos o porque nos sobra, damos porque es mejor dar que recibir
- El dar no es el resultado de tener, sino de querer hacerlo
- El límite para dar no es nuestro bolsillo, ni nuestra billetera, sino el corazón generoso que encuentra deleite en compartir con libertad nuestras bendiciones con los demás
- No damos para que Dios nos dé, damos PORQUE Él ya nos lo dio todo con Cristo
- Debemos dar hasta que nos duela, hasta que nos cueste y más allá de nuestra posibilidades.
Mas allá de las iglesias de Asia, tenemos un ejemplo de generosidad y de entrega absoluta, sí, Cristo mismo, quien se entregó todo y con Él nos lo dio todo. Si miramos a Cristo, comprenderemos que somos bendecidas no para ser felices, no para acumular, sino precisamente para bendecir a otros.
Quiero terminar parafraseando al apóstol Pablo cuando le dijo a los Corintios: Ni al que tiene mucho le sobra, ni al que tiene poco le falta, esta es la lógica del Reino: nunca seremos demasiado pobres como para no poder dar a otros, ni demasiado ricos como para no necesitar algo de otros; y tú, ¿Qué tan generosa eres?
Ibaguereña
Trabajadora Social – profesora de secundaria
Casada desde hace 17 años con Diego Rodríguez, a quien acompaña en el ministerio pastoral en la iglesia La Vid en Ibagué. Tienen dos hijas: Sofía y Gabriela.