Hipotecar el futuro para satisfacer los caprichos presentes

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Si hay una profesión que hace bien su trabajo, con la máxima diligencia y eficacia, es la
publicidad.

Los publicistas se han encargado de vendernos no meramente productos, sino que, a
través de cada imagen publicitaria o comercial, nos van envolviendo con la ilusión de que,
al obtener determinado bien o servicio, podremos aspirar a un estilo de vida diferente, un
estereotipo de familia o de mujer, que nos traerá mucha dicha y felicidad.

Aun no puedo olvidar el rostro de mi hija de 5 años a quien la adornaba una hermosa y
crespa cabellera negra, cuando vio por primera vez un comercial en el que ofrecían un
cepillo eléctrico que alisaba el cabello.

En ese momento, su cara se iluminó y quedó boquiabierta al ver en la tv. un producto que
podía hacer realidad uno de sus mayores anhelos de ese entonces: deshacerse de sus
rizos y obtener una perfecta y lisa cabellera.

Ahora bien, el problema no se halla en la música que usan los magos de la publicidad
como truco para sus encantamientos, el problema radica en las maromas que hacemos
nosotras para poseer todo lo que esta sociedad de consumo le ofrece a nuestro
insatisfecho corazón.

No nos digamos mentiras, muchas de nosotras nos hemos endeudado y andamos
quebradas financieramente por cuenta de compras caprichosas de objetos innecesarios.
La Biblia claramente dice sobre la deuda: “No tengas deudas pendientes con nadie”
(Romanos 13:8) y, “el deudor es esclavo de sus acreedores” (Proverbios 22:7)
¿Cuándo fue la última vez que te endeudaste para acceder a un capricho? ¿Cuándo fue la
última vez que dijiste: ¡eso lo consigo pasando un tarjetazo, ya vendrá el tiempo en que lo
podré pagar! y quedaste encarcelada en una deuda que, hasta el día de hoy continúas
pagando con creces por el alto índice de intereses?

Es más, quisiera preguntarte ¿Sabes a cuánto ascienden tus deudas actuales?
Quisiera animarte a hacer el siguiente ejercicio: Saca una libreta y un lápiz y haz una lista
de todas las deudas que tienes; pero, no te detengas allí, analiza cada rubro y con total
honestidad responde si esa deuda corresponde a una necesidad real, o hace parte de un
simple capricho de tu corazón insatisfecho…. ah…. pero… espera un momento….

¡No te engañes!…. No vayas a decirme que comprar el último Iphone 13 pro max de
$8.599.000 era una necesidad…. no…. una necesidad es aquella de la que depende tu
supervivencia. Así que, aunque los publicistas te hagan ver que el último Iphone es una
necesidad, no lo es… es un simple capricho….

¿Qué reflejan los rubros de tus deudas acerca de ti misma y de lo que consideras, son tus
mayores carencias y anhelos?

A continuación, quisiera dejarte algunas preguntas que podrán ayudarte a reflexionar
antes de tomar la decisión de endeudarte, o dicho a la manera de Randy Alcorn, antes de
hipotecar tu futuro para satisfacer tus deseos presentes:

Primera: ¿Estoy adquiriendo una deuda porque quiero tener lo que mis vecinos,
compañeros de trabajo, familiares, o los amigos de mis hijos tienen, o quiero imitar el
estilo de vida propuesto por esta sociedad?

Escucha muy bien, la Biblia llama a ese deseo, codicia, y nos recuerda en Éxodo 20:17 “No
codicies la casa de tu prójimo: No codicies su esposa, ni su esclavo, ni su esclava, ni su
buey, ni su burro, ni nada que le pertenezca”.

Segunda: ¿Voy a comprometerme financieramente porque mi corazón está insatisfecho y
grita como una niña pataletuda: ¡Me hace falta uno más, lo necesito, y cuando lo tenga
seré feliz!?
La Biblia le llama a este pecado, falta de contentamiento. El apóstol Pablo, desde la
escasez de una prisión, nos dice: “he aprendido a contentarme con lo que tengo… he
aprendido a hacer frente a cualquier situación, lo mismo a estar satisfecho que a tener
hambre, a tener de sobra que a no tener nada.” (Filipenses 4: 11-12).

Tercera: ¿Si accedo a esta deuda, estoy mostrando una confianza y dependencia en mi
Padre Celestial?
La Biblia presenta la desconfianza como un pecado de incredulidad, en el fondo, me
endeudo porque no creo que si pido y espero “Mi Dios suplirá todo lo que me falte
conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:17).

Cuarta: ¿Al endeudarme, estoy queriendo tomar un atajo para obtener prontamente lo
deseado, queriendo saltarme el camino de la santificación en el que soy transformada a la
imagen de Cristo en áreas como: paciencia, gozo, oración perseverante y fe?
No debería parecerte extraño que tu Dios te tenga matriculada en la cátedra del carácter.
Romanos 8:29 dice: “Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó
a ser transformados según la imagen de su Hijo..:”

Quinta: ¿Estoy considerando otras posibilidades antes de entrar en una deuda? Es decir,
¿contemplo la alternativa de hacer ajustes, reducir otros gastos, liberar recursos y
abstenerme de actividades innecesarias para ahorrar y así postergar la gratificación?
2ª Pedro 1:5 dice: “… esfuércense por añadir a su fe, virtud; a su virtud, entendimiento; al
entendimiento, dominio propio; al dominio propio, constancia; a la constancia, devoción a
Dios…”

No sé en qué punto estás frente a este tema de las deudas, lo que quiero recordarte para
finalizar, es la buena noticia del poder de nuestro Dios quien posee la capacidad de poner
orden a nuestras finanzas caóticas.

¡Busca ayuda! Con toda seguridad, en tu comunidad local hallarás a mujeres sabias que
pueden acompañarte bíblicamente para empezar a trazar un camino de arrepentimiento,
libertad y sabiduría en el área financiera.

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