Imagínate que has luchado incansablemente y tienes el trabajo de tus sueños, un bienestar económico sin angustias, un esposo e hijos soñados, puedes salir a disfrutar de una buena comida todas las veces que quieras, viajas y conoces el mundo, pierdes esos kilos de más y tienes una figura y rostro envidiables ¿No sería esta una vida perfecta?
Pero ¿Cuál es el costo de lograr esta maravillosa vida? Hoy vivimos en la posmodernidad, en medio de una sociedad que nos invita a cada día ser perfectos, una perfección evidenciada en tener todo lo que queramos, pero a un costo demasiado elevado, pues para lograr todo este aparente bienestar, nos esforzamos en maneras poco sanas que al final no nos permiten disfrutar de todo eso a los que llamamos perfección, y por el contrario, nos dejan exhaustas, frustradas y muchas veces enojadas.
Tristemente, el valor de la mujer hoy se está midiendo por cuanto éxito tiene en su trabajo o cuánto dinero a acumulado – y escúchame, no estoy diciendo que si tienes esto esté mal- lo que digo es que no está bien que nuestra vida esté basada en los estándares que esta sociedad quiere imponernos.
Amada mujer, te digo por mi propia experiencia, muchas veces cuando creemos que estamos haciendo todo súper bien, que tenemos “éxito” en nuestra vida, no somos más que títeres de los estereotipos que nuestra sociedad nos quiere imponer.
Si en el esfuerzo por obtener la vida perfecta te estás empezando a sentir cansada, notas que tu tiempo no alcanza para dedicarlo a tu familia, cada vez más son menos los días que pasas en la presencia de Dios, si no tienes tiempo para relacionarte con personas de tu comunidad, te invito a que hagas un alto en tu vida y reevalúes tus prioridades.
Proverbios, libro en el que incansablemente se nos habla de la sabiduría para el día a día, termina con una colección de refranes en los que se nos dibuja a una mujer virtuosa o ejemplar, previendo la infinidad de voces que retumbarían en los oídos de las mujeres de generación en generación, y de cultura en cultura, queriendo amoldarnos y confundirnos en lo que es realmente importante en nuestro diseño femenino.
Después de que el autor de proverbios describe a una mujer que lucha día a día incansablemente por hacer el bien en su hogar y a su comunidad, concluye diciendo: “la mujer que teme al Señor será sumamente alabada” (Proverbios 31: 30).
Esta mujer ejemplar de Proverbios logra tener un equilibrio en las diferentes esferas de su vida como mamá, como ama de casa, como comerciante, como esposa, como ayuda a los necesitados; pero el fundamento de su vida balanceada, o mejor, la clave para vivir de esa manera se halla en la expresión: “teme al Señor”.
Es en ese temor del Señor, es decir, en la sabiduría de la Palabra de Dios aplicada a su vida y a su feminidad, que esta mujer es llamada dichosa y virtuosa. El temor del Señor conduce todos los días de su vida, sus decisiones, su manera de pensar, de percibirse y de relacionarse con otros.
Y entonces, aquí viene la gran pregunta para nosotras: ¿Es el temor del Señor el mayor tesoro de tu vida? O, por el contrario, estás dejándote moldear por los prototipos malsanos y superficiales de este mundo porque temes no encajar y ser rechazada o señalada por otros a tu alrededor.
La Biblia sí nos habla de perfección, pero una que tiene que ver no con apariencias, imagen o vidas superflúas, sino una perfección que tiene que ver con madurez que alcanzamos en la medida en que escuchemos y pasemos tiempo con aquel que es perfecto: Cristo Jesús, nuestro Señor y Salvador.
Así lo mencionó el apóstol Pablo: “Nuestra meta es convertirnos en gente madura, vernos tal como Cristo y tener toda su perfección” (Efesios 4:13).
Natalia Martinez Alzate. Hija amada de Dios, feliz esposa y seguidora de la misión de Dios.