“Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios” (1ª. Juan 4: 7)
¿Viste las noticias? Dicen que nos falta empatía, que nos sobran ladrones, que nos falta respeto y que se perdió la cordura.
Este resumen puede hacerse de la información que circula en redes sociales y medios de cualquier esquina del planeta.
Podemos estar de acuerdo en que nos falta amor, nos cuesta reconocer la humanidad en el que no piensa como nosotros, y nos llenamos fácilmente de frustración y rabia cuando no encontramos salida fácil o pronta a los problemas sociales que nos acongojan, o que golpean a nuestro país y a nuestro corazón.
Pero, para no distraernos en lo complicados que son los conflictos sociales y sus diferentes aristas, concentrémonos en relaciones más cercanas, hablemos de la familia y reflexionemos sobre cómo vivimos el amor en casa.
Como mamá, esposa, hija y hermana que intenta acercarse a Dios y vivir una vida de cara a Él, muchas veces me encuentro en la trampa del esfuerzo humano, y además de las muchas listas e imposiciones con las que ya debo batallar, me enredo yo misma tratando humanamente de amar.
De amar mucho, de amar bien, de amar de acuerdo a lo que yo entiendo que es amar y ¿sabes qué? Me canso; y el resultado no es otra cosa que un desastre monumental: termino agotada, cargando a otros con la culpa de mis esfuerzos, sin energía y cansada.
Nunca olvido que en la primera carta de Juan, en el capitulo 4, la Biblia nos dice que Dios es amor; lo tarareaba cuando era pequeña en una canción que me enseñaron en el colegio, así que, un día, cansada y adolorida por una batalla de esas conmigo misma, resistiéndome a acercarme a Dios y buscar consuelo en él, tratando de acertar en eso de amar en mis fuerzas, recordé aquella canción, y fue evidente mi fracaso pues nunca amaré si no conozco el amor.
O acaso ¿cómo podría un ciego de nacimiento pintar una réplica de un paisaje a color?
No esperes a tener un tiempo de reposo para leer la primera carta de Juan, generalmente no llega y se aplaza fácilmente; así que, corre tan pronto puedas y abre tu Biblia en la primera carta que escribió este hombre que se describe además como el discípulo amado.
En ella se nos describe a Dios como amor. Juan usa la palabra amor para definirlo: Dios es amor, nos dice.
Juan nos presenta el amor como un atributo divino, también se nos hace especial hincapié en que nosotros lo amamos porque Él nos amó primero, lo cual es muy importante, porque ahí se hace evidente nuestra nueva naturaleza.
Nos sabemos amadas por Dios cuando reconocemos que, Cristo, como materialización de su amor, se entregó completamente, y como fruto de ese amor que recibimos gratuitamente, se produce en nosotras el amor por los demás y, entonces, como lo escribe el discípulo en su carta, amamos a otros, y así, Dios permanece en nosotros y nosotros en Él.
Entonces, si te cuesta amar, si no te sale, si no te nace, si ves tu propio corazón como una roca dura y seca, pasa tiempo con Dios. Date el tiempo de saberte amada, pues ese amor tan profundo y perfecto producirá en nosotras como fruto, el amor.
Hay muchas situaciones de la vida que nos hacen sentir desesperanzadas y faltas de amor.
Hay muchas otras erradas o sin propósito que nos generan una falsa idea de afecto, pero, en lo que podemos descansar es en que sí existe una fuente inagotable de amor completo y perfecto, quien por amor a sí mismo ha creado todas las cosas, y quien, por amor a su creación, envió al mundo a su hijo unigénito para morir y salvarnos, como se menciona en Juan 3:16.
Esa fuente es nuestro Dios y su amor se materializa en Jesús, hecho hombre, para redimirnos, y en su Espíritu para santificarnos.
Apasionada por compartir a Cristo.