El amor es uno de los sentimientos más profundos del corazón. Según la RAE, el amor es un sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
El Apóstol Juan en su primera carta nos exhorta a que nos amemos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios. Ahora bien, podríamos pensar entonces que quien no ama es porque no viene de Dios o no conoce a Dios.
El encuentro personal con el Señor, nos permite amar a nuestro prójimo; amor que puede resultar no tan sencillo, dado que amar a la familia o a quien nos ha hecho bien, es fácil, pero ¿será fácil amar a quien nos ha herido?
Partiendo de esta pregunta, podemos pensar que el amor no es un sentimiento tan simple como parece, dado que requiere de esfuerzo, humildad y entrega.
Amar es un sacrificio, un compromiso, no sólo conmigo sino también con el ser amado, puesto que éste debe demostrarse a través de actos y no quedarse en sólo palabras, pues como dicen por ahí, las palabras se las lleva el viento, pero las acciones valen más que mil palabras.
Y es allí, a donde quiero llevarlas, por un autoexamen que nos permita descubrir cómo está nuestro corazón y cuáles son las implicaciones del amor para nuestro entorno, nuestros cercanos y todas aquellas personas que de una u otra forma hacen parte del día a día.
Primera de Juan 4:8 dice: “El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor”. ¡Qué tan profundo es conocer a Dios, qué tanto le estamos buscando para poder decir que conocemos a Dios! Sólo quien conoce a Dios es capaz de comprender su gran amor, amor que viene mostrando de muchas formas.
A través de la historia de la humanidad podemos ver el gran amor de Dios hacia nosotros; podemos pensar en el acto de redención de su hijo en la Cruz del calvario. Nadie va a querer sacrificar un hijo, pero Dios lo hizo por amor.
Entonces: “Quien no ama no conoce a Dios” nos invita a reflexionar en las manifestaciones del amor de Dios hacia nosotros; manifestaciones que son pruebas fehacientes de su vasto amor y es por esto que se nos invita a amar.
Si estamos llamados a amar, ¿Por qué nos cuesta tanto hacerlo con ciertas personas?, ¿Acaso no tenemos el modelo más impresionante de toda la historia?, ¿Qué más necesita hacer Dios para que comprendamos que estamos llamados a amar, así como Él nos amó primero?
Si seguimos leyendo, el verso 10 de Primera de Juan 4 dice: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados”.
¡Qué acto de amor tan sacrificial! No hay nada que hayamos hecho o que podamos hacer para que el Señor nos ame; sencillamente le plació amarnos y sin merecerlo dio lo que más amaba, a su hijo.
Aquel que ha contemplado y disfrutado ese amor, se halla listo para demostrarlo a otros. Por esa razón, el apóstol Juan pone en términos de mandamiento el amar y demostrar ese amor a otros.
Amar debe ser una de las muestras de obediencia a nuestro buen Dios, conocerlo a Él debe llevarnos a reflejar a otros el amor con obras de maneras prácticas. Podríamos pensar en: llamadas a quienes lo necesitan, mensajes de ánimo y aliento en tiempos difíciles, tiempo de calidad… ¿Cómo crees que podrías demostrar amor a otros?
Recuerda, no amamos solamente a quienes nos han hecho bien, amamos porque Dios nos amó y nosotros también debemos hacerlo y, eso incluye a aquellos que nos han hecho mal…en esto consiste el amor.
Yenny Andrea Torres Caro es licenciada y casada desde hace 10 años, con un hermoso hijo: Mateo. Sirve al Señor en el Redil de San Cristobal.