La escotofobia o miedo irracional y extremo a la oscuridad, es un trastorno común en los niños y también en muchos adultos.
Aunque quizás muchas de nosotras no lo suframos, sí es muy común que las madres recomendemos a nuestros hijos, al punto de sonar a cantaleta, que eviten a toda costa pasar por lugares oscuros.
Esto cobra mayor importancia cuando vemos las estadísticas y notamos cómo en la noche y en sitios solitarios se perpetran homicidios, violaciones, robos, prostitución, infidelidades, violencia, borracheras y toda clase de desenfrenos, porque al parecer la oscuridad atrae y motiva ciertos actos dañinos para los seres humanos.
El apóstol Pablo en la carta a los Efesios menciona el tema de la oscuridad y pide a los creyentes que la eviten, pero, ¿acaso se refiere Pablo a eludir los lugares oscuros? Él dice: “Porque ustedes antes eran oscuridad, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de luz” (Efesios 5:8) y en los versos 11 y 12 los exhorta nuevamente: “No tengan nada que ver con las obras infructuosas de la oscuridad, sino más bien denúncienlas, porque da vergüenza aun mencionar lo que los desobedientes hacen en secreto”
En primer lugar, el apóstol Pablo menciona no que nosotras antes de Cristo estábamos en la oscuridad; sino que éramos oscuridad. ¿Qué está queriendo decir el apóstol Pablo con semejante afirmación?
No está mencionando sencillamente que nosotras actuábamos y caminábamos en ciertas prácticas que son de la oscuridad o las tinieblas; escúchalo bien nuevamente: “ustedes antes eran oscuridad” la afirmación hecha por el apóstol es que nuestra identidad, o nuestro nombre era oscuridad y tinieblas, por tanto, lo natural de tener esa identidad, era cometer los actos que corresponden a ella viviendo alejadas de Dios, y controladas por nuestra carne y nuestros impulsos.
En segundo lugar, el texto va más allá para recordarle a los creyentes lo que en Cristo y por Cristo ahora son: “pero ahora son luz en el Señor”.
Todo aquel escogido por Cristo y llamado por él debe estar consciente que ya no es oscuridad ni tinieblas, ahora se le ha dado una nueva identidad: luz en el Señor. Cuando la gracia eficaz llama a una mujer, inmediatamente la convierte en una nueva mujer con un nuevo nombre: luz en el Señor.
Luego de que Pablo explica ese cambio de identidad, les pide a los hermanos vivir como hijos de luz, es decir, vivir de acuerdo con la nueva identidad reflejando la luz de Cristo.
Por nuestro nuevo nombre en Cristo se nos ha habilitado para practicar una nueva conducta y un estilo de vida diferente que imita el carácter de santidad de nuestro Padre celestial.
Todas las bendiciones espirituales que hemos recibido en Cristo, ahora determinan y posibilitan nuestro caminar y permite que nuestros actos honren a nuestro Padre. Vivir en la luz es caminar en integridad, es ser lo mismo en todas partes. Y se nos anima al enseñarnos sobre el fruto que trae la luz de Cristo: bondad, justicia y verdad.
No sé cuántas mentiras has estado creyendo sobre tu identidad, por eso Pablo te recuerda hoy tu nuevo nombre: luz en el Señor.
Dios ha hecho resplandecer su luz, es decir a Cristo, quien dijo: “Yo soy la luz del mundo el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12)
Que este año 2021 podamos vivir a la luz de nuestra nueva identidad y reflejar la luz de Cristo a través de nuestras acciones, amor, humildad, gentileza, bondad, paciencia, palabras de ánimo, gratitud, entre muchos más frutos del Espíritu.
Empieza a caminar como lo que eres, una hija de Dios, luz en el Señor, apartada para toda buena obra por su gracia: ¡esa es tu nueva identidad!