Fruko y sus Tesos, un grupo musical de nuestro país, escribió una canción famosa entre nosotros llamada El preso.
En esta canción se narra la historia de un hombre que está en la cárcel y con el pasar de los días en su horrible celda lo único que ve son las cuatro esquinas de ese terrible lugar y no puede contemplar ni el cielo ni las estrellas.
Los días de rutina encerrado en ese lugar lo llevan a ver solo un negro destino, desesperanza, muerte y condena.
¿Cómo te ha ido a ti en estos casi 150 días de cuarentena, encerrada en tu casa, viendo todos los días las mismas paredes, los mismos paisajes y las mismas rutinas? ¿Será que estás como ese preso de la canción sólo contemplando un negro destino de desesperanza, queja y condena?
A diferencia de este preso, la Biblia nos habla acerca de otro que en medio de su encierro no únicamente logró sobrevivir, sino que impartió gozo, esperanza y salvación desde la prisión.
Sí, ese preso fue el apóstol Pablo quien estando encarcelado escribió una de las cartas mayormente salpicadas por el gozo: Filipenses.
El apóstol Pablo al escribir Filipenses se halla en una cárcel en Roma esperando la muerte, y aunque a nosotras nos parece que alegría y encierro son dos palabras mutuamente excluyentes, no lo fueron para Pablo.
¿Qué lo mantuvo con tanta alegría en ese tiempo de encierro?
En primer lugar, a Pablo lo embargaba el recuerdo de los hermanos que había conocido. En el capítulo 1 versos 3 al 8 lo leemos recordando a las personas especiales que el Señor le había regalado a lo largo de su vida, y al recordarlas lo inundaba una inmensa gratitud.
Una de las mayores tentaciones en medio del encierro es enfocarnos en nosotras mismas, en nuestras circunstancias, sueños frustrados y temores.
Quiero invitarte en este tiempo a luchar contra el egocentrismo y el individualismo y más bien recordar la bondad de Dios al darte personas especiales que han bendecido e impactado tu vida.
En segundo lugar, Pablo tiene una manera clara de interpretar el encierro que está viviendo. Él no interpreta su realidad a la ligera: Estoy mal, aquí con estas cadenas, estoy solo con mi pena y mi condena, ¿por qué? ¿por qué a mí?
¡No! todo lo contrario, Pablo dice en 1:12 y 14 que todo lo que está viviendo está contribuyendo al avance del evangelio y gracias a sus cadenas, la mayoría se ha atrevido a anunciar sin temor la palabra del Señor.
Lo que vemos es al apóstol interpretando su confinamiento a la luz de una causa mucho más grande: la del evangelio.
¿Cómo estás interpretando este tiempo de encierro y todas las situaciones actuales? Pídele al señor su ayuda para ver el presente y el futuro desde otra perspectiva, porque la manera de ver tus circunstancias determinará la manera en que vives y respondes.
Somos llamadas a entender todo en nuestra vida a la luz del glorioso evangelio de Jesucristo con la firme convicción de que cada cosa que vivimos es encaminado hacia un bien mayor.
En tercer lugar, Pablo en medio de la soledad experimenta una profunda intimidad. En el capítulo 2 verso 1 en medio de las razones de su pedido a los hermanos, nos deja ver su profunda comunión con la Trinidad.
Habla de un insondable consuelo de amor, una unión con Cristo y un compañerismo en el Espíritu.
Allí donde no hay otros rostros, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo están para consolar, estimular y caminar con él.
¿Has podido disfrutar de ese afecto entrañable con el Dios trino? Él te está esperando para que disfrutes de la unión que por Cristo tienes en esa relación perfecta.
En cuarto lugar, Pablo tiene una meta y en el capítulo 3 versos 8 y 10 nos la deja ver: “a fin de ganar a Cristo”, “lo he perdido todo a fin de conocer a Cristo”.
Pablo ve cualquier privación, encierro y sufrimiento como el negocio del siglo. Cualquier circunstancia vale la pena porque tiene claro su punto de llegada.
Él camina, sigue adelante, no se distrae, no se paraliza, no se detiene en las circunstancias, porque anhela conocer a Cristo. Su meta lo hace olvidar lo que dejó atrás, y hasta lo presente, para seguir enfocado en su premio.
¿Es conocer a Cristo la meta de tu vida? Si Cristo es la meta, podrás avanzar en medio de esta cuarentena y nada ni nadie te desviará de ese gran propósito.
En quinto lugar, cuando le llegaban los momentos de intranquilidad, en vez de inquietarse, oraba.
El capítulo 4 es testigo de ello y eso mismo recomienda a los hermanos. Pablo usa la oración como un recurso celestial que trae un glorioso regalo de paz.
Quiero animarte a que conviertas todas tus quejas, preocupaciones, inquietudes, ansiedades, en motivos de oración que pueden llegar delante del trono de la gracia y al entregarlos, podrás recibir el incalculable e invaluable don de la paz.
En sexto lugar Pablo aprendió a recibir de otros. Mientras estaba en la cárcel permitió que los hermanos lo sirvieran. En 4:18 dice “he recibido todo lo que necesito” “he recibido de Epafrodito lo que me enviaron”.
¿Te es fácil recibir las multiformes expresiones de gracia de parte de otros? Pide al Señor que abra tus manos y tu corazón para atesorar los diferentes gestos de amor y las múltiples manifestaciones de gracia que el Señor te da a través de diferentes personas, agradéceles y disfruta esos regalos.
Mi oración por ti y por mi es que podamos decir con el apóstol: “he aprendido a estar contento con lo que tengo. Sé vivir con casi nada o con todo lo necesario. He aprendido el secreto de vivir en cualquier situación, sea con el estómago lleno o vacío, con mucho o con poco. Pues todo lo puedo hacer por medio de Cristo, quien me da las fuerzas.” (Filipenses 4:11-13)