¡Hola queridas amigas y hermanas!
Recientemente recibí la noticia de la muerte de una amiga y hermana en la fe que pertenecía a una de las familias más prestantes y reconocidas de la ciudad de Armenia. Ella no murió por el coronavirus, sino repentinamente, por un accidente cerebrovascular.
Su muerte me impactó mucho porque era alguien muy vital, con buena salud, prestigio, dinero, todo, y gracias a Dios también lo tenía a Él, y le servía con fidelidad. Pero así, en un instante, el Señor se la llevó quedando en brazos de su hermana, que es médica.
Esta noticia, unida a las muchas noticias de muertes y crisis que vivimos actualmente por causa de la pandemia, me llevó a reflexionar en la brevedad de la vida y en la vulnerabilidad del ser humano.
Surgieron en mí muchas preguntas como seguramente han surgido en ustedes en estos días de pandemia y cuarentena.
Preguntas como: ¿quién soy?, ¿para qué estoy en este mundo?, ¿qué estoy haciendo con mi vida?, ¿a quién pertenezco?, ¿qué va a pasar conmigo?, ¿cómo salgo de ésta?, ¿qué me preocupa verdaderamente, la pobreza que se avecina o si seré contagiada o moriré?, ¿conservaré a mi familia? Son muchas preguntas existenciales pero a la vez reales.
Saber que la muerte no tiene distingos de raza ni de condición social ni de ninguna índole, pero en últimas, ¿quién está en control de todo lo que existe? ¿es Dios?, y si es él, ¿cómo estoy viviendo mi relación con él? ¿le sigo realmente? ¿qué espera él de mí?
Fue muy grato parar, meditar y acercarme a la palabra de Dios, y los salmos 104 y 105 me llevaron a recordar quién es el Dios en el que creo, el Dios que hizo el cielo y la tierra. Ver su grandeza y su poder. El Dios que hace maravillas, pero también el Dios de los detalles. Él fue quien se preocupó por poner límite a las aguas y dar comida a los animales y cuidar al hombre dándole sustento y aun alegrándole el corazón con el vino.
Es el Dios que está con su pueblo en medio de su necesidad, es todopoderoso, misericordioso y fiel, a ese Dios pertenecemos, porque como dice también el salmo 139:13-16, él nos formó en el vientre de nuestra madre, nos redimió (Efesios 1:7), nos compró con su sangre (1a Corintios 6:20).
Él es el Dios en quien podemos confiar en medio de esta pandemia y a él solo debemos adorar. Él dice y es hecho, él es quien decide hasta cuando estaremos en este mundo porque él nos hizo, nos dio identidad en su hijo Jesucristo. Nos dio un propósito para vivir y en él tenemos nuestra esperanza, de él dependemos, en él confiamos y a él servimos, para su honra y su gloria (Romanos 14:7-8).
Descansemos en el Señor hermanas, sigamos haciendo su voluntad y honrémosle con nuestras vidas.