Cambio de planes: ¿Cómo los enfrento?

Cuando escribo este artículo, estamos viviendo la cuarentena por el coronavirus, un monstruo pequeño e indescriptible, pero mortal, que corre por las calles de nuestras ciudades, entra en las casas, los centros comerciales, los parques, los almacenes, los supermercados, los lugares de diversión, los restaurantes, los estadios, los colegios, universidades e iglesias. Este virus no respeta clases sociales, nivel de educación, creencias ni razas. Aquella realidad que parecía tan lejana, ya llegó a nuestro país, y ¡de qué manera! Las cifras crecen por minutos, y son alarmantes.

¿Qué de los planes que teníamos para el 2020?  Hoy, todos parecen derrumbarse ante nuestros ojos. Viajes de negocios, de descanso, nuevos proyectos empresariales, personales, familiares, celebraciones y toda clase de eventos.

¿Cuáles son las pérdidas que hemos sufrido hasta aquí? En primer lugar, el control de nuestras vidas, familias, tiempo, trabajo, empresas, finanzas y salud, entre otras tantas cosas. También perdimos la independencia, la autonomía para tomar decisiones, la libre movilidad, y hemos perdido la seguridad que antes teníamos en las posesiones, el dinero, los títulos, y el desempeño.

Hace poco, vi en el Facebook las fotos del matrimonio de una amiga. Una imagen  hizo que un frío recorriera todo mi ser, y me recordara la realidad del momento. La foto mostraba a la pareja sonriente en el altar, a su lado el ministro que oficiaba la ceremonia más un hombre y una mujer al lado que supongo serían los padrinos, pero el resto de la iglesia, aunque adornada con lindas flores, estaba completamente vacía. ¡Cómo nos cambió de repente la vida en tan poco tiempo!

En un lugar lejano, a una jovencita que estaba comprometida en matrimonio, soñando con su boda, la fiesta, el vestido, los regalos, los invitados, llegar al altar, y por supuesto, construir una bonita familia al lado de su amado, también le cambiaron los planes abruptamente en tan sólo un instante. Lucas 1:26-38 nos dice que Dios envió al ángel Gabriel a Nazaret a visitar a una joven virgen comprometida para casarse con un hombre que se llamaba José. La virgen se llamaba María. El ángel se acercó a ella y le dijo: ¡Te saludo, tú que has recibido el favor de Dios! El Señor está contigo… Quedarás en cinta y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús…¿Cómo podrá suceder esto –le preguntó María al ángel – puesto que soy virgen?” El ángel le explica y ella responde de inmediato: “Aquí tienes a la sierva del Señor. Que Él haga conmigo como me has dicho.”

¿Cambio de planes? Absolutamente. María nos deja grandes lecciones sobre la forma en que se puede reaccionar a los cambios:

  1. Los miedos: Era normal que una jovencita sencilla y pobre de un pueblo lejano como Nazaret no estuviera acostumbrada a recibir visitas especiales, y siente miedo cuando llega el ángel, frente a lo cual él le dice: “No temas.”
  2. La incertidumbre: María siendo una niña íntegra, pregunta: “¿Cómo será esto, puesto que soy virgen? Una pregunta apenas normal.
  3. 3. La rendición: Ella no se detiene a pensar en todo lo que esto implicaría como las dudas, el posible abandono de José, la reacción de sus padres y familia, enfrentar la vergüenza pública, el riesgo de morir apedreada, y sus sueños de boda frustrados. Ella se entrega confiadamente, suelta el control, e inmediatamente responde: “He aquí la sierva del Señor, hágase conmigo conforme a tu palabra.”
  4. La exaltación: El ángel le dice que el niño será el Salvador, será grande, será llamado Hijo del Altísimo y que reinará para siempre. María, aunque escucha que ha recibido el favor de Dios al ser elegida, entiende quién es el verdadero protagonista de la historia. Su oración lo deja ver con claridad: “Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador, porque se ha dignado fijarse en su humilde sierva.” (Lucas 1:46). María responde al cambio de planes con exaltación a su Señor.

A nosotras también nos ha cambiado la vida radicalmente en éstos días, pero ¿cuál es nuestra respuesta?  El texto hoy nos invita a responder en confianza a nuestro Dios. Es por el carácter de ese Dios que María es capaz de correr riesgos, afrontar las batallas y vencer el miedo. El  Dios que la ha visitado y que cambia sus planes la hace valiente en la tormenta, y la lleva a una rendición ante su soberana voluntad.

¿Tienes miedo? Dios viene para decirte: “No temas, yo estoy contigo.”

¿Tienes preguntas? Por ejemplo: ¿cuándo terminará todo esto? ¿me pasará algo a mí o a alguien que amo? ¿Qué pasará con mi trabajo, la empresa o mis finanzas? La misma palabra  viene para recordarnos: “No temas, el Señor está contigo.”

¿Sientes que perdiste el control de todas las áreas de tu vida? Aunque no conocemos el final, podemos descansar en que nuestro Dios es eterno y soberano; Él tiene propósitos en medio de estas circunstancias y sigue escribiendo tu historia.. Ríndete a sus pies para decirle: ”He aquí la sierva del Señor, hágase conmigo conforme a tu Palabra.”

Que en estos tiempos de aislamiento obligatorio puedas tener momentos a los pies de Jesús deleitándote en su dulce presencia y diciéndole como María: “Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador, porque se ha dignado fijarse en su humilde sierva.”.

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