De un momento a otro, y casi sin aviso, quedamos atrapadas en casa con nuestros hijos y, lo que es aún peor para muchas, con nuestro esposo. No hay parque, no hay amigos, no hay abuelos cuidadores, ni paseos en el centro comercial; no hay colegio, no hay clases extras, no hay, no hay, no hay. Por el contrario, hay minutos del reloj que se deslizan lentamente y con reposo entre una hora y otra, mientras nos sentimos encerradas en pequeñas jaulas con los seres que más amamos y al mismo tiempo nos desafían más: nuestra familia.
Hay mujeres en grandes mansiones con sótanos y azoteas, jardines, salas de juegos y otras en modestas casas o apartamentos, con poco espacio y áreas comunes atestadas de desorden por estos días. Otras están en pequeñas casas de tablas, en barrios donde una casita se funde con la otra y se levantan como coloridos pesebres en las laderas de la ciudad. ¿Has pensado en ellas? Hay mamás que entregan pantallas, celulares, televisor y música al antojo y a la orden de sus hijos, otras que se rehúsan a su uso a toda costa y por su parte, sacan de una vieja maleta disfraces, reciclaje, papeles de colores, entre muchos otros materiales, hacen una agenda que intentan cumplir cada día con mucho o poco éxito. Hay esposas que cuentan con un hombre reposado, que confiado en Dios, puede dirigir su casa, y otros que presos del temor, la impotencia y la rabia reaccionan con hostilidad a cada pequeño detalle.
En mi caso, vivo en un apartamento de no más de 90 metros, en una ciudad que por estos días espera la primavera a temperaturas bajo cero. Tengo dos hijos pequeños de 7 y 5 años que cuentan como un kínder de monos pequeños. Soy esposa, mamá, árbitro de sus discusiones, y ahora, su profesora ante las noticias e instrucciones de quedarse en casa debido a la pandemia. Escribo esto en el día 9 de nuestro “encierro” y según las noticias en esta región, esta situación se extenderá hasta finales del año escolar en el mes de junio.
¡Mujeres!: estamos ante un gran desafío nuevo y tal vez jamás imaginado, pero como mujeres cristianas estamos ante el mismo desafío que siempre hemos tenido: reflejar a Cristo en cada una de nuestras acciones y darle la gloria a Dios. Así que no olvidemos que la Biblia es suficiente y útil para instruir y dar consuelo en TODO tiempo.
Aquí 5 consejos que encontramos en la Biblia:
- ¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador;
es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva,
¡mi más alto escondite! (Salmos 18:1-2)
No olvides en quién tienes puesta tu confianza. Memoriza versículos por estos días, repítelos en tu mente o de forma audible, escucha música que te edifique y te invite a alabar a Dios. Es el momento de recordar que nuestra roca es Cristo, y que así como con las noticias del encierro la gente corrió a llenar la despensa, nosotros debemos llenar nuestro corazón con la Palabra. Nutrámonos de lo que realmente alimenta y asegurémonos que ella no nos falte para poder abrazar las verdades que nos permitirán estar a flote en estos días.
2 “Cuando habla, lo hace con sabiduría; cuando instruye, lo hace con amor.”
Así nos dice Proverbios 31:26 que se comporta la mujer sabia. Pídele a Dios sabiduría y la llenura del Espíritu Santo para que puedas guardar la compostura y corregir con amor. Seguramente las oportunidades de corrección se multiplicarán, y en tu naturaleza y sobre tus propias fuerzas pronto llegarán los gritos y el estrés. Reconoce ante Dios que no puedes sola, pídele ayuda para hablar con la sabiduría que viene de lo alto y para que tus palabras sean dulces, a pesar de los momentos de dificultad. Que las palabras que dices en casa, que compartes por redes sociales o que dices a tu familia, no sean llenas de pánico y angustia, ira o temor, sino guiadas por el Espíritu.
- “Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que, con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren.”( 2 corintios 1:3-4).
Busca en Cristo el consuelo ante la ansiedad que generan las noticias. Nuestros hijos nos escuchan hablar, escuchan las noticias y el temor colectivo; nosotras tenemos como desafío entretenerlos, educarlos, instruirlos, amarlos, corregirlos y mantenerlos tranquilos en unos días en el que solo hay un tema de conversación, y en general, se habla desde el temor. Busca tu consuelo en Cristo para que puedas guiarlos a ellos y a los tuyos a ese mismo consuelo.
- “La mujer sabia edifica su casa y la necia con sus manos la destruye” (Proverbios 14:1)
No tenemos que ser las únicas que hacen el aseo en casa, pero la palabra nos invita claramente a tener cuidado de nuestro hogar. Aprovecha estos días para hacer esas tareas que has dejado acumular, involucrando a los niños en el cuidado de la casa, y cuando todo esto pase, abraza esa tarea con orgullo como una mujer sabia que ama a través del acto de cuidar su propio hogar.
- “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” (Filipenses 4: 6-7)
Hay una lista de cosas que no puedes hacer. No puedes cambiar esta situación, no puedes pretender que los roces que se generan en tu familia desaparezcan en un instante, no puedes en tus fuerzas soportar un solo día, pero hay tres cosas que la palabra nos manda a hacer: ora, ruega, y da gracias a Dios para que puedas descansar en Él y finalmente vivir un día a la vez, gozosa hoy por tener techo, por tener familia, por tener la vida, por tener consuelo. Finalmente, si tenemos a Dios, lo tenemos todo.
Apasionada por compartir a Cristo.