No escribo hace muchos meses.
Me he escondido detrás de excusas mundialmente conocidas y hasta bien aceptadas como: no tengo tiempo, me queda difícil con los niños, lo haré el próximo mes, mi esposo ha cambiado de trabajo, estamos ajustando rutinas, entre otras.
Y aunque todas estas razones tenían algo de cierto, la verdad es que no me había sentado a escribir, ni a retomar el tiempo de un devocional, porque a veces me cuesta creer y vivir que la gracia de Dios es suficiente, completa y real en todo momento.
Esa gracia es suficiente, completa y real, no solo cuando creo que me la merezco sino también, cuando menos la merezco. En ese momento es cuando más me puedo regocijar en ella.
Me había escondido detrás de mis excusas porque mis ideas religiosas me susurraron al oído que no soy digna de escribir, que no soy digna de orar, que no soy digna de gozarme en Dios.
¿Te ha pasado alguna vez?
Para mí, nada ha cambiado, sigo teniendo el tiempo apretado, sigo teniendo a los niños jugando y discutiendo alrededor, sigo siendo el árbitro que debe juzgar ante sus pequeñas o grandes querellas y sigo tratando de vivir un día a la vez.
Tengo más incertidumbres que certezas sobre nuestra situación laboral en un país ajeno al nuestro, y sigo tratando de lidiar con mi ansiedad recurrente y a veces compulsiva.
Lo único diferente y que me hizo sentar de nuevo con la Palabra es recordar, gracias a la ayuda del Espíritu Santo, que no estamos hablando de religión sino de evangelio.
La oración, o el tiempo que dedicamos a leer la Palabra no es algo que haremos cuando todo esté bien en nuestra vida, todo lo contrario, podemos ir a Cristo cuando todo está mal.
Él mismo lo dijo con sus palabras cuando los fariseos se preguntaban por qué comía con pecadores.
“Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos”. Mateo 9:12.
A eso vino Jesús, a buscar pecadores, personas que pudieran ser conscientes de su naturaleza de pecado para reconocer el inmenso regalo de su amor.
No permitas que las viejas y religiosas ideas te aparten de su deliciosa presencia.
No les creas cuando te dicen que debemos ganarnos el amor de Dios con nuestras obras, o que perderemos su favor si no oramos de cierta manera, o con cierta frecuencia.
Esa es la mentira que proclaman todas las falsas religiones y filosofía humanas, sin importar de donde provengan.
Todas suelen ser una serie de prácticas, ritos, formas, palabras que deben repetirse, una serie de tradiciones que prometen acercarnos a un dios, o como quiera que este poder sobrenatural sea llamado.
Pero el cristianismo, el evangelio que predicamos, la buena noticia de Jesús es realmente contracorriente, porque justamente no depende de ti, no depende mí, ni depende de los seres humanos que un día decimos y prometemos una cosa y al siguiente hacemos otra.
Depende de un DIOS que no tiene principio ni fin, que ocupa todo lo que vemos, en quien somos, nos movemos y existimos, y que es el mismo ayer, hoy y siempre.
Hermana, no sé qué estás viviendo en este tiempo. No sé si estás en esos días en los que todo marcha a pesar de los inconvenientes, o en aquellos en los que sobrevivimos a nosotras mismas, a nuestros pensamientos dañinos y a nuestra naturaleza perezosa, controladora y autodestructiva.
Lo cierto es que nada tiene que cambiar para que busques a Dios, él es quien te cambiará profundamente al encontrarte una, y otra, y otra vez en la intimidad de su presencia.
¿Has escuchado esos dichos de “el que en la miel anda algo se le pega”, o, “dime con quién andas y te diré quién eres”?
Bueno, pues acércate a la dulzura de la palabra, esa que el salmista describió como más dulce que la miel, úntate y anda todo el día de la mano de quien puede hacer todo lo bueno por ti, porque él es toda bondad.
“Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden?” Mateo 7:11
Si has estado alejada de la iglesia, si te has alejado de tu servicio al Señor, si has dejado de lado la oración o si el polvo ha cubierto tu biblia, acércate, háblale al que te conoce, te formó, te ama y vino a buscarte.
Apasionada por compartir a Cristo.