“Y el Espíritu dijo a Felipe: acércate y júntate a ese carro”. (Hechos 8:29)
Felipe dispuso su corazón para escuchar la voz del Espíritu Santo y obedecerlo. La obediencia es el camino para grandes bendiciones en nuestra propia vida y en la vida de otros.
El Espíritu Santo habla a nuestros corazones y cuando estamos llenas de Él podremos escuchar su voz con mayor claridad y nitidez, pero, después de escucharlo, será necesario obedecerle. Hay muchas voces que son contrarias a su voz, pero, por su llenura, escucharemos más fuerte su voz y nuestro corazón será inclinado a obedecerla.
Dios es sabio y tiene planes perfectos de amor. Cuando somos guiadas por el Espíritu Santo a hacer algo, ese es el tiempo y el momento para hacerlo, y por eso no debemos posponer nuestra obediencia. Dios mismo tiene todas las cosas y personas preparadas para el cumplimiento de sus propósitos, como lo vemos en la vida de Felipe y el eunuco. Era el momento de Dios para que Felipe fuera instrumento de amor de Dios y para que el eunuco fuera encontrado por el Señor y fuera salvo. Igual que Felipe, Dios quiere usar nuestras vidas para bendecir a otros. Desobedecer al Espíritu es cerrar una bendición para nuestras propias vidas, para nuestra familia y para otros. No cerremos la puerta de la bendición de otros.
El Padre no nos guiará a hacer algo que Él mismo, por su Espíritu, no nos capacite para hacerlo. El Espíritu Santo nos hablará de los planes de nuestro Padre y nos ayudará a cumplirlos. El Espíritu Santo nos llevará siempre a adorar a nuestro Padre al ayudarnos a hacer su voluntad.
ORACIÓN
Padre, perdónanos, tantas y tantas veces que nos has hablado por tu Espíritu y no te hemos escuchado. Perdónanos, también, por las veces que te hemos escuchado, pero no te hemos obedecido.
Padre, necesitamos que tu Espíritu Santo nos hable, nos dirija y nos muestre tu voluntad. Ayúdanos a aprender a escuchar mejor a tu Espíritu y a rendir nuestro yo y nuestras voluntades en tu altar de adoración. Haz que escuchar la voz de tu Espíritu y obedecerla sea un anhelo ardiente y diario de nuestro corazón.
COMPROMISO
Piensa en algo que el Espíritu te haya hablado y que no le hayas obedecido aún. ¿Puedes pedirle al Señor que por su Espíritu te ayude a obedecerle?
Piensa en una persona a la que te dirige el Espíritu para que te acerques con el fin de bendecirla ¿Cuándo lo harás?
Escoge una libreta para anotar lo que el Señor te habla por su Espíritu, desde su Palabra. ESCUCHA AL ESPÍRITU Y OBEDECE. Somos olvidadizas, y leer lo escrito nos recordará su voz y la llenura del Espíritu nos impulsará a amar y obedecer con todo nuestro corazón.