El Espíritu Santo y la Gloria de Dios

“Pero, Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús, que estaba sentado a la diestra de Dios. Y dijo: he aquí, veo los cielos abiertos, y al hijo del hombre que está a la diestra de Dios”. (Hechos 7:55-56)

“Y apedrearon a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado.  Y habiendo dicho esto, durmió”. (Hechos 7:59-60)

Esteban, el primer mártir de la iglesia cristiana, pudo soportar el sufrimiento y el dolor de morir siendo apedreado porque puso su mirada en el cielo, el cual fue abierto para dejar ver al Padre y al Hijo posando sus ojos sobre él, cuando moría por amor. El Espíritu Santo estaba dando en Esteban su fruto del amor en su más alto grado de madurez: dar la vida por aquél que había dado la suya por él. En ese momento, para Esteban no importó su sufrimiento sino la gloria, la exaltación y la honra de su amado Jesús. Su mayor dolor en ese momento no era por la muerte que le estaban causando, sino por la ofensa que ellos habían cometido y seguían cometiendo contra Jesús. Lo que mantuvo firme y fiel a Esteban fue lo que el Padre y el Hijo pensaban sobre él, porque su opinión fue mucho más importante que cualquier otra opinión de los hombres.  Esteban experimentó lo que hace la mirada de Jesús: su mirada de amor fortalece, consuela, anima, restaura y renueva. Necesitamos como mujeres mirar al cielo para encontrarnos con la mirada de Jesús sobre nuestra vida.

Al mirar este texto solo queda reconocer: Padre, ¡cuánto nos falta para aprender a mirar a Jesús y recibir la seguridad que da su mirada sobre nosotras! ¡Cuánto nos falta para tener un corazón como el de Esteban! ¡Cuánto nos falta para tener un amor maduro para ti!  ¡Cuánto nos hace falta la llenura de tu Espíritu! El mirar este grado de amor tan maduro para ti, nos lleva a entender nuestra falta de amor. Necesitamos profundamente la llenura del Espíritu Santo para que abunde el fruto de nuestro amor y que, desde ese amor, podamos estar dispuestas a entregar todo por Jesús y buscar solo su gloria.

ORACIÓN
Jesús, te pedimos que conformes nuestro corazón al tuyo. Te pedimos que por favor hagas morir en nosotras lo que va en contra de ti. Que tu Espíritu Santo nos lleve a tener un corazón que está dispuesto a vivir para ti y a morir por ti.

LLAMADO
Pide al Espíritu que te llene de su fruto del amor para darle a Jesús lo mejor de tu vida. Solo el Espíritu Santo puede ayudarnos a tener vidas de rendición, de obediencia y adoración a Jesús.

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