El Espíritu Santo y la resistencia del hombre

“Esteban dijo: “duros de cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos. ustedes resisten siempre al Espíritu Santo, como sus padres también lo hicieron”. (Hechos 7:5)

Toda resistencia al Espíritu Santo es:
– Dureza de cerviz: Es decir, dureza de corazón, orgullo, rebeldía y altivez. Es un corazón que se ha endurecido contra Dios, se opone a Él, lo desafía, lo enfrenta y lo deshonra como Rey y  Señor.
– Incircunciso de corazón: Es un corazón que no es limpio y que está lleno de maldad. Es un corazón que menosprecia el pacto de amor de Dios, menosprecia la Cruz y el sacrificio de Jesús.
– Incircunciso de oídos: Son oídos que están cerrados para escuchar la voz de Dios. Oídos que están cerrados a su Palabra, a su consejo, a sus designios y a su voluntad.

Cada desobediencia a la voz del Espíritu muestra nuestra resistencia a Él, y cada resistencia al Espíritu Santo evidencia la maldad de nuestro corazón. Lo contrario de resistir al Espíritu es estar unidas a Él, en comunión y en común acuerdo. Y ser mujeres que están en común acuerdo con el Espíritu, significa que estamos en común acuerdo con lo que Jesús pensaba, sentía, hablaba y obraba; es estar alineadas a sus planes y abrazar su voluntad. Por tanto, cada pensamiento, sentimiento, palabra o hecho contrario a su voluntad es un acto de rebeldía y de resistencia. Ahora, podríamos preguntarnos ¿cómo es posible que nos resistamos al Espíritu de Dios quien nos ha dado a entender el amor de Dios, quien nos ha permitido tener a Jesús como salvador y quién nos ayuda todos los días en nuestra santificación? ¿Cómo es que nos resistirnos a su sabiduría, su poder y su amor?

ORACIÓN
Padre, perdona la maldad de nuestro corazón, nuestra rebeldía, nuestra altivez y nuestra resistencia a tu Espíritu. No queremos más un corazón que se resista a tu Espíritu, sino uno que se rinda y se someta totalmente a Él. Danos como mujeres un corazón que, en completa confianza, se someta a tu voluntad y a tu dirección porque eso será lo mejor. No queremos resistirnos a tu Espíritu; por favor, queremos y a anhelamos unirnos a él para estar más unidas a Jesús. Padre, danos un corazón que no batalle con hacer tu voluntad, sino que, al contrario,  batalle con todo lo que no te agrada a ti, con todo lo que no te adora y lo que no te honra. Señor, abre nuestros oídos para escucharte y para amar tu palabra, tu consejo y tus deseos. Te amamos, te necesitamos, queremos estar unidas a ti.

LLAMADO
Que hoy el Espíritu nos ayude a no resistirnos a su voz y a su voluntad; sino que por el contrario, nos ayude a UNIRNOS A ÉL y estar en comunión con su voluntad, con sus deseos,  con sus planes y anhelos.

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