“Cuando terminaron de orar, el lugar en que estaban congregados tembló y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban con denuedo la palabra de Dios”. (Hechos 4:31)
Los discípulos de Jesús se reunieron para orar por la promesa que él les había dicho que recibirían de su padre. Cuando terminaron de orar, el lugar tembló y todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar con denuedo, con elocuencia y con gran seguridad la palabra de Dios. El resultado de la oración de los primeros discípulos fue contestada, clamaron a Dios y él les respondió, todos fueron llenos de su Espíritu y terminaron exaltando su nombre. La llenura del Espíritu siempre está asociada a un corazón rendido que solo busca la gloria de Dios.
Llegamos a un versículo que nos da respuesta a una pregunta que tal vez nos hemos planteado: Y cómo podemos ser llenas del Espíritu? La respuesta es: Orando. El texto dice: cuando terminaron de orar, el lugar fue lleno del Espíritu Santo. La llenura del Espíritu está precedida por la oración.
El texto de Lucas 11:9-13 dice: “Y yo os digo: pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?
ORACIÓN
Padre, hoy nos acercamos a ti para llamar, para pedir y para buscar la llenura de tu Espíritu. Por favor, por tu bondad, abre tu trono de gracia, danos de tu Espíritu y déjanos llenarnos de tu presencia. Tu Espíritu Santo nos lleva al arrepentimiento cuando te fallamos, nos consuela en nuestro dolor, nos dirige en nuestro camino, nos acompaña y es nuestro apoyo todos los días de nuestra existencia, nos enseña tu voluntad, nos levanta cuando flaqueamos, nos fortalece en nuestro ser interior, intercede por nosotras, produce su fruto en nuestras vidas, nos ayuda a ser más como Cristo. ¿Qué sería de nuestra vida sin el ministerio, la obra y la presencia del Espíritu?
Padre, danos hoy su llenura. Te lo pedimos en el nombre de Jesús.
Hoy… Necesitamos de tu Espíritu
Hoy… Te pedimos
Hoy… Te buscamos.
Hoy… Te llamamos.
Padre, esperamos sólo en Ti.
LLAMADO
Desde hoy, te animo a comenzar a separar los primeros quince minutos de cada día para clamar al padre por la llenura de su Espíritu Santo para tu vida, para tu familia y para la iglesia ¡Que así sea!