Ven y ve

Felipe encontró a Natanael y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, y también los profetas, a Jesús de Nazaret, el hijo de José. Y Natanael le dijo: ¿Puede algo bueno salir de Nazaret? Felipe le dijo: Ven, y ve. (Juan 1:45-46)

Has llegado a los pies de Cristo, y de una forma u otra, tu vida se ha visto impactada y tocada. Has madurado en esa fe, has caminado en la palabra y aunque la naturaleza de pecado nos mueve a desfallecer, aun así, por su gracia, te esfuerzas por correr la carrera y pelear la buena batalla. Y por supuesto sabes que estamos llamadas a compartir el Evangelio, esa buena noticia que un día llegó a tu vida.

Pero no sabes cómo hablar de Cristo: ¿y si lo rechazan? Es que a ellos ya les han hablado y sé que no les gusta el tema. Es que están cansados de escucharme. Es que es un asunto privado. Es que yo ya les he dicho, pero poco a poco, y un día van a venir a preguntarme más. Es que no quiero ser irrespetuosa. Es que no les tengo confianza. Es que ya les tengo tanta confianza. Es que no sé qué decir. Es que no llevo tanto tiempo de cristiana. Es que todavía no conozco tanto la Biblia como otros. Es que, es que, es que. Podríamos llenar todo un libro con las excusas, que no son más que orgullo disfrazado. 

¿Tenemos tantas excusas porque seguimos creyendo que depende de nosotros y no damos suficiente crédito a lo que podríamos decir para alentar a otros a venir a Cristo?, o ¿será que no le estamos dando suficiente crédito a Cristo? Lo cierto es que decimos que somos cristianas, ¿cierto? Y que por su misericordia un día comprendimos el misterio hermoso del evangelio y conocemos la verdad que nos ha hecho libres, ¿cierto? Entonces sabemos que solo se llega al Padre a través del Hijo, y que todo aquel que no conoce al Padre y vive una vida de pecado estará condenado por toda la eternidad. ¿No te parece que es urgente que prediquemos? ¿No te parece que si hemos encontrado un camino que nos llena de gozo será de gozo y de libertad para todos aquellos que conoces? 

La buena noticia para todas aquellas que seguimos creyendo que compartiremos el evangelio el día que estemos listas para explicarlo todo y convencer a otros con nuestros argumentos, que no es otra cosa que orgullo es que la conversión no depende de nosotros, que es el Espíritu el que obra en los corazones y que lo único que tenemos que decir es aquello que le dijo Felipe, uno de los doce, a Natanael un joven judío experto en su propia Ley y seguro difícil de convencer como lo vemos en el versículo, ya que cuestiona el origen de Jesús. Felipe no abrió las escrituras y comenzó una disertación profunda, solo le dijo: “ven y ve”

¡Qué fácil parece! Si no te sientes preparada para dar largas explicaciones, para pararte en una plaza pública a predicar, aquí hay una forma de no desfallecer, pues como dice Romanos ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? (Romanos 10:14).

Hermana, invita, habla, llama.. háblale a otros de tu Dios, solo diles ven y ve, ven y ve en su palabra, ven y ve en su Iglesia, ven y ve… vamos con alguien que puede responderte más preguntas… No te canses, haz tu tarea, Dios hará la suya.

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