El Espíritu Santo Y Nuestra Proclamación De Jesús

“Entonces, Pedro lleno del Espíritu, les dijo… (quién era Jesús) “. (Hechos 4:8)

Pedro fue lleno del Espíritu Santo y, desde esa llenura, mostró a Jesús como el Mesías, el Dios todopoderoso, de quien hablaba el Antiguo Testamento y el único salvador de los hombres.

– La llenura del Espíritu Santo nos da poder, sabiduría, denuedo y valentía para hablar de Jesús, para glorificarlo y exaltarlo; indicándonos el momento en que debemos hablar y cómo debemos hablar.
– La llenura del Espíritu Santo nos da una agenda concreta centrada en presentar a Jesús con palabras y con testimonio de vida.
– La llenura del Espíritu Santo nos da mensajes que conducen a los corazones al arrepentimiento genuino.

Sin la llenura del Espíritu Santo es imposible compartir de Jesús con (¿será como, no con?) el fruto que el Padre quiere dar (No entiendo qué quiere decir exactamente con esta frase). Sólo el Espíritu asegura el fruto de conversión y de adoración de los que escuchan.
El mundo actual, que es superficial y relativo, necesita que se presente a Jesús con urgencia, como la única verdad eterna e inamovible, como la roca firme. Jesús debe ser presentado como el nombre sobre todo nombre, como el único y suficiente salvador para la humanidad.

ORACIÓN
Jesús, ayúdanos a hablar de ti, de tal manera que los que nos oyen puedan escucharte, verte, conocerte y volverse a ti. Hoy reconocemos que la obra de conversión no es nuestra, es solo tuya.

Hoy nos disponemos como mujeres que buscan tu llenura para que cuando hablemos de ti, seamos instrumentos de bendición para otros, tanto para salvación, como para que sean confirmados en la fe en Cristo Jesús. Hoy consagramos nuestro hablar delante de ti, que lo que hablemos no aleje a otros de ti; sino, que por el contrario, los acerque a tu corazón.

Jesús, en especial, te pedimos que seamos instrumentos para acercar a nuestros hijos y a nuestros familiares a tu presencia.

LLAMADO
Nuestros hogares necesitan de mujeres que lleven el mensaje de Jesús con la llenura del Espiritu Santo. Nuestros esposos necesitan esposas sabias y prudentes que apoyan el propósito de Dios para ellos y para el hogar. Nuestros hijos necesitan madres comprometidas con presentarles a Jesús con nuestras palabras y nuestro testimonio. Nuestros hijos deben ser nuestros primeros discípulos.

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