EL ESPÍRITU SANTO Y SU LLENURA EN NUESTRAS VIDAS
“y fueron todos llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”. Hechos 2:4
En Pentecostés los discípulos de Jesús no solo recibieron el Espíritu Santo en sus vidas, sino que, además, fueron llenos de Él. Ser llenas del Espíritu significa ser controladas por Él. Cuando el Espíritu controla una vida, la dirige, la instruye, la ordena, la cambia, la transforma, la renueva, la restaura y la hace más como Jesús.
En la espera de ser llenas del Espíritu es necesario vaciarnos de nosotras mismas, de lo que no es de Dios, de pensamientos egoístas, de sentimientos de amargura, de deseos banales, de anhelos que no están alineados con la voluntad de Dios. Es una entrega de nuestros pensamientos, sentimientos y voluntad. Necesitamos vaciarnos de nuestro propio yo para ser llenas de su Espíritu.
En la espera de ser llenas del Espíritu hay que morir para poder vivir. Morir a nosotras mismas para que Jesús viva más en nosotras.
En la espera de ser llenas del Espíritu hay que rendirse para que Él reine. Hay que poner en su altar nuestros propios reinos y nuestros propios ídolos del corazón para que sean quebrantados y rendidos al gobierno de Cristo.
Ser llenas del Espíritu es entronar a Jesús en nuestros corazones; es exaltarlo y adorarlo como nuestro primer amor.
Ser llenas del Espíritu Santo es vivir una vida llena del fruto del Espíritu (el carácter de Cristo), una vida llena de la Palabra de Dios (la mente de Cristo) y una vida con los dones del Espíritu (el servicio en la obra de Cristo).
ORACIÓN
Padre, necesitamos ser llenas de tu Espíritu para ser mujeres conforme a tu corazón. Anhelamos ser mujeres que, desde cada uno de nuestros roles, alegran tu corazón y exaltan a Jesús con todo su ser.
LLAMADO
¿De qué necesitas vaciarte para ser llena del Espíritu? ¿Qué áreas de tu vida necesitas rendir hoy al Señor y ponerlas bajo el control de su Espíritu Santo?