EL ESPÍRITU SANTO Y SU PRESENCIA
“Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados. Y se les aparecieron lenguas repartidas como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos”. Hechos 2:2-3
El Espíritu Santo viene desde el cielo como un gran regalo del Padre. En Pentecostés el Espíritu llenó el lugar donde estaban los discípulos y la vida de todos los que estaban esperándole. Ellos estaban sentados, en quietud, orando y esperando la promesa del Padre; y Dios honró la espera, la obediencia y la oración. Para nosotras, en medio de todo lo que debemos hacer, muchas veces es difícil parar y ponernos a orar y esperar en el Señor, pues pensamos que, si dejamos de hacer algunas cosas para buscar al Señor, vamos a perdernos de hacer cosas importantes, pero ninguna será tan importante como orar. Buscar su presencia es la ganancia más grande. Si entendiéramos que haríamos muchísimo más en oración que haciendo las cosas en nuestras fuerzas y en nuestro propio consejo, entonces, estaríamos más tiempo postradas delante del Señor. Podremos hacer muchísimo más desde vidas que se rinden en dependencia al poder transformador, inmenso y potente del Espíritu Santo.
Los discípulos nunca hubieran hecho la obra que hicieron si no hubieran estado primero en oración pidiendo la llenura del Espíritu. Si entendiéramos el poder indescriptible del Espíritu, no dudaríamos en dejar de hacer las cosas en nuestras fuerzas, en nuestros tiempos y a nuestra manera; y tomaríamos muy en serio nuestra gran necesidad y urgencia de orar primero y de encomendar todo al poder y la sabiduría del Espíritu.
ORACIÓN
Padre, hemos fallado muchísimas veces porque hemos hecho las cosas y tomado decisiones sin orar, sin esperar tu intervención y sin depender de la fuerza, el poder y la sabiduría de tu Espíritu. Hoy nos llamas desde este pasaje a orar, a esperar y a confiar en el poder de tu Espíritu. Ayúdanos a entender la importancia de ser mujeres que aprenden a estar en quietud buscando tu rostro y tu llenura. Llénanos de la convicción de que lo que tantas veces hemos intentado cambiar en nuestras vidas y en las vidas de otros, sólo lo puede hacer tu Espíritu. Ayúdanos a rendir hoy el control de todo a tus pies y confiar en lo que solo tú Espíritu puede hacer.
LLAMADO
Toma hoy la decisión de ser una mujer de oración que clama con fe todos los días por la llenura y el poder del Espíritu de Dios para tu propia vida, hogar y la iglesia del Señor.