Aprendiendo a descansar en medio de las ocupaciones

Hay muchas cosas que en el día a día nos cargan, nos preocupan, nos afligen; cosas como el trabajo, la familia, los hijos, los problemas económicos, las enfermedades y otros que se nos salen de las manos y no sabemos qué hacer. En medio de esas circunstancias, el cansancio no se hace esperar y con nuestra tendencia a ser controladoras, pensamos que somos las únicas que podemos hacer todo y cuando no damos más, aún podemos caer en depresión.  ¿Es esta tu situación? ¿Qué te carga? ¿Te sientes sola con todos tus problemas? ¿Estás deprimida?

Cuando Dios se apareció al profeta Elías tras su huida de Jezabel y su depresión suicida, luego de dejarlo descansar y alimentarlo, le dijo que se pusiera de pie y esperara a que la presencia de Dios pasara. Él no se le reveló en un evento espectacular, sino en un murmullo apacible, en la quietud del silencio. El silencio después del caos, para Elías como para nosotras, está lleno de la presencia de Dios.

Dios te invita en medio de tu arduo trajinar, como a Elías, a ponerte en pie y esperar en él, porque quiere hablarte en el silencio. Él quiere revelarse a ti en medio de tu cansancio y depresión. ¿Cuándo puedes apartar algo de tiempo para tener un silencio ininterrumpido para escuchar a Dios?

Es tiempo de parar, de reposar en el Señor, es tiempo de detenerte y estar quieta en la presencia de quien todo lo puede (Sal 46:10) y descansar respetando nuestra humanidad y la imagen de Dios en nosotras, reconociendo que nuestro cuerpo necesita un día de descanso a la semana (Gn 2:1-4). Es tiempo de revisar nuestra vida, trabajo y disfrutar de la creación que el Señor ha hecho, disfrutar de la naturaleza y junto con nuestra familia santificarle a Él y adorarle (Gn 1:31).

Es tiempo de adorar al Señor contemplándolo, teniendo compañerismo con él, reconociéndolo como creador y Señor y guardando en obediencia el día de reposo para santificarlo (Ex 31:12-17), disfrutando de su presencia contigo. Es tiempo de conocer a Dios como Padre y adorarle por su obra maravillosa por nosotros en la cruz en la persona de su amado Hijo, deleitándonos en su Palabra, meditándola de día y de noche y poniéndola por obra, entrando así en su reposo (He 4:1-11).

Es tiempo, entonces, en el poder de su Santo Espíritu, de estar a solas con él cada día y de aceptar la invitación de Jesús en Mateo 11:28-30, de ir a él y llevar su yugo, de estar en estrecha relación con él imitándole, siendo mansa y humilde de corazón y así hallar descanso para tu alma.

Es tiempo de entregarle las cargas y descansar en él, porque su yugo es fácil y ligera su carga. ¿Qué es lo que te carga hoy querida amiga? Ven a Jesús, entra en yugo con él, disfruta de una relación diaria, íntima y personal con él y descansa, disfruta de conocerle y vivir en su presencia.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Carrito de compra
Scroll al inicio