Acabamos de pasar la Feria de las Flores, una fiesta cada vez más internacional y a la altura de las mejores del mundo. Como antioqueña, me alegra el progreso y el espacio que tenemos para el disfrute durante ese tiempo. Vi en los noticieros el parte del alcalde informando que durante la semana se presentó una significativa disminución de hurtos y homicidios. Esta noticia es halagadora, si pensamos en la inseguridad que nos aqueja cada día, y fríamente podríamos decir: Que siga la feria. Pero sucedió un evento inesperado cerca al lugar donde vivo: en el marco de la celebración, desde tempranas horas, una pareja que no conocíamos, con su hija de 9 años y un amigo en común, consumieron licor y a las 8 de la noche los ánimos eran otros; la niña cansada quería irse para su casa y este fue el motivo para maltratarla con golpes. Los vecinos gritaban hasta que por fin apareció la policía, y la niña fue llevada a un hogar de paso.
Detrás de las ferias y carnavales, dicen los investigadores que sucede una metamorfosis en las personas. Los carnavales hacen sentir por un día al más humilde un rey, y un rey se presenta sin problemas como plebeyo. En eventos como estos se libera el cuerpo, se rompen todas las amarras y el uniforme rígido cambia por disfraces y máscaras libertarias.
Hay una realidad del corazón del ser humano que se desenmascara en medio de esas celebraciones: la maldad de los hombres. Así lo registra la palabra de Dios. En Génesis 6:1,5 dice: “aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra… el Señor vio que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” al punto que Dios decide borrar de la faz de la tierra al ser humano, pero le dice a uno que contaba con su favor, Noé (Génesis 7:1): “entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí en esta generación”.
La maldad en ese entonces, como ahora, sigue en el corazón del ser humano y esto me lleva a preguntar: ¿cuál es nuestro rol como cristianas? Muchas veces nos dejamos deslumbrar por el derroche de nuestra ciudad en una celebración tan importante como la Feria de Flores; por supuesto, disfrutemos de la belleza de las flores que nuestro Señor creó, pero no olvidemos la comisión que se nos ha encomendado: compartir la palabra de Dios con urgencia y orar que el Señor tenga misericordia de este pueblo antioqueño. Misericordia en medio del maltrato de los padres a los hijos, del desenfreno sexual, de la inmoralidad. Solo el gobierno de Cristo y su obra por nosotros en la cruz del calvario, limpiará nuestros corazones y por ende nuestra ciudad de la corrupción y la maldad. No nos cansemos de anunciar a Cristo y pedir que su Reino venga a nuestros corazones para gobernar nuestra vida.