El síndrome de una vida ocupada

Existe una epidemia mundial que nos ha alcanzado a nosotras como mujeres y se llama el síndrome de la vida ocupada, o, dicho de otra manera, la ocupomanía. Esta plaga tiene que ver con el estilo de vida desarrollado por amas de casa, madres, comerciantes, profesionales en el área de la salud o en cualquier otra vocación, que nos lleva a una urgente necesidad de mantenernos ocupadas todo el tiempo.

Si bien nos encanta invertir en aparatos tecnológicos y electrónicos para hacer nuestras tareas más sencillas y más veloces, la realidad es que aun con ellos, nuestra vida sigue siendo muy acelerada y ocupada. Pero, ¿es la ocupomanía un problema de nuestro siglo y producto de la revolución tecnológica y electrónica? Al parecer no: en el Nuevo Testamento aparece una historia en la que Jesús debe tratar con una mujer alcanzada por esta epidemia.

Lucas 10:38-42 pone en evidencia a una mujer llamada Marta. Nuestra protagonista era una excelente anfitriona a la que le interesaba el bienestar y la satisfacción de sus invitados. Jesús se suma a la lista de los beneficiarios de las atenciones de Marta, pero como siempre suele hacerlo, él no guardó silencio ante el estilo de vida desarrollado por Marta.

El evangelista describe la ocupomanía de Marta como el tener que hacer muchas cosas. Pero no solo la define, sino que también muestra el efecto que deja en aquellos a quienes afecta y plantea una propuesta para ser libres de ella.

 

Efectos de la ocupomanía:

Uno de los primeros efectos de este síndrome es la sensación de estar abrumado, lo que significa estar abatido, angustiado, exhausto, oprimido o agobiado por las muchas ocupaciones.

Un segundo efecto es que no te permite quedarte quieto, detenerte, ni parar para sentarte y escuchar lo que otros tienen que decir.

En tercer lugar, este síndrome te hace sentir víctima. Tú eres quien vive trabajando y ocupado y los demás no lo hacen y ni siquiera son capaces de considerar tus múltiples tareas y mucho menos ayudarte.

En cuarto lugar, llevar una vida tan ocupada te hace sentir con el derecho de controlar y mandar a otros y decirles lo que deben hacer.

En quinto lugar, la mucha ocupación te genera mucha preocupación e inquietud.

¿Logras identificar algunos de estos efectos en tu vida? ¿Eres una de las miles de mujeres que lucha con esta epidemia?

 

Propuesta para salir de la ocupomanía:

Recibir a Jesús en casa, como lo hace Marta, es una de las más importantes decisiones en nuestra vida. Pero debes saber que, al recibir su presencia, él se encargará de mostrarte lo que no anda bien. Este es el primer paso para ser libres: recibir la confrontación de Cristo.

Además de ser confrontadas, necesitamos reconocer cuál ha sido el efecto que este síndrome ha dejado en nuestra vida: cansancio, preocupación, crítica y juicio a otros que no van al mismo ritmo y deseos de control. Arrepiéntete y pide perdón a Cristo.

En tercer lugar, y si bien no aparece explícitamente en nuestro pasaje, sostén una conversación con Cristo preguntándole ¿qué es lo que quiero ocultar al mantenerme tan ocupada? ¿qué es lo que tanto temo descubrir o escuchar sobre mi propia vida?

Suplica a Jesús que te permita disfrutar de lo que, según él, es realmente necesario para tu vida: escuchar su voz y sentarte a sus pies. Así podrás ver tus tareas diarias a través de un solo foco: Cristo, y con él conocerás su voluntad, propósito y agenda para cada día de tu vida.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Carrito de compra
Scroll al inicio