La importancia de sumergir a nuestros hijos en la palabra de Dios

Hace unas pocas semanas recibí el informe de colegio de mi hija de 6 años. Además de sentirme feliz por sus logros en diferentes asignaturas, hubo un asunto que trajo mayor gozo a mi corazón de madre, y por qué no decirlo, sorpresa: la profesora de educación cristiana alabó a mi hija por su conocimiento de la palabra de Dios. Al principio, yo no lo podía creer, pues mi hija es una niña de 6 años a la que le gusta leer, jugar con sus muñecas y compartir con su hermano, y, aunque mi esposo y yo siempre tratamos de que nuestros hijos lean su Biblia, hagan su devocional y se enfoquen en Dios todos los días, no pensamos que ella pusiera mucha atención a lo que leía… ¿Lección?, ¡no subestimes a tus hijos!

En su palabra, Dios dice: “Instruye al niño en el camino correcto, y aún en la vejez no lo abandonará” Proverbios 22:6. También dice: “Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.” Deuteronomio 6: 6-7. Estas palabras nos ponen a pensar mucho como madres, no importa si nuestros hijos son pequeños o ya unos adolescentes. Muchas preguntas nos levantan estos textos: ¿De qué manera puedo yo instruir a mis hijos para que crezcan escuchando la palabra de Dios?, ¿Cómo puedo formar en ellos la disciplina de reunirse en la iglesia? ¿Qué puedo hacer para ayudarlos a amar al Señor?

Creo que una de las respuestas a todas estas preguntas es el ejemplo. Dios nos puso como modelos para nuestros hijos. Si ellos perciben en nosotros un profundo amor por la Palabra, si son testigos de nuestro deseo de seguir a Cristo y obedecerle en medio de las batallas diarias que vivimos, si  ven el  entusiasmo con el que vamos a la iglesia para adorar a Dios y reunirnos como su pueblo, si oramos la Palabra con ellos, si respondemos con amor y paciencia las inquietudes que ellos tienen con respecto a la vida cristiana, los niños crecerán nutridos con la verdad de que Dios es el Señor de Señores y que la vida tiene sentido en la medida en que nos  rendimos sólo a Él.

Definitivamente, Dios nos pide sumergir a nuestros hijos en su palabra y para ello, nuestra dirección y guía es fundamental. Debemos orar al Señor para que él nos permita conocerlo más, disfrutarlo más, amarlo más, sumergirnos más en sus caminos, y desde allí, él nos dará las herramientas que necesitamos como madres, para instruirlos sabiamente desde pequeñitos.

Mamá, que la mayor herencia que puedas dejarle a tus hijos sea el amor por su Palabra.  Que la responsabilidad más grande que tú percibas como mamá sea la de sembrar en ellos la semilla del evangelio. Dios se encargará de hacer el resto. Disfruta del amor de Dios en tu propia vida, háblales cada día y en todo momento sobre ese amor manifestado en Cristo y descansa en él, pues él hará.

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