En mi caminar muchas veces he pasado por circunstancias en las cuales necesito desesperadamente la intervención de Dios. He orado por personas, situaciones, relaciones, y luego he visto cosas o han llegado noticias diciendo que ya no hay nada que hacer, que ya todo está perdido. En esos momentos aparece la duda, la desconfianza, la frustración y la desesperanza que traen pensamientos como: ¿De qué sirvió orar por tanto tiempo? Ya no pidas más; esta situación jamás va a cambiar. Pero Dios viene con amor a mi encuentro para recordarme sus palabras: “hay que orar siempre y no desmayar”, “Orad sin cesar”, “Estad quietos y conoced que yo soy Dios” y “No temas, cree solamente.”
El Nuevo Testamento nos narra una historia que nos conecta con esa realidad. Un día, Jesús desciende de un barco, y viene de la multitud, Jairo, jefe de la sinagoga. Él se postra a sus pies y le suplica con insistencia: “Mi hijita se está muriendo. Ven y pon tus manos sobre ella para que se sane y viva.” (Marcos 5:21-23 y 35-43)
¿Cómo se acerca a Jesús un hombre en una situación tan desesperante como lo es la inminente muerte de su hija?:
- Aunque Jairo era un personaje importante y reconocido en la comunidad, llega con una actitud de humillación y rendición ante Jesús.
- Jairo conocía quién era Jesús y sabía que podía sanar a su hija, aunque estuviera agonizando. Él confía en su poder.
- Este padre es Insistente en hacer un pedido por su hija.
En medio de este ruego y de la caravana en la que van, llegan unos hombres desde su casa con una noticia terrible: “Tu hija ha muerto, ¿Para qué sigues molestando al Maestro?”
¿Cuántos pensamientos pasarían por la mente de Jairo en esa hora de profundo dolor y angustia? Tal vez se asomaron el miedo, la decepción, la derrota y la desesperanza que le gritaban: murió tu hijita amada, ya no hay nada que hacer, todo está perdido; tu fe no te sirvió de nada; Jesús no hizo nada por ti cuando más lo necesitabas. ¡Olvídalo! Acepta la pérdida. Pero en medio de esa turbación, la voz de Jesús es contundente y le dice: “No temas, cree solamente.” Inmediatamente, Jesús llega a su casa, levanta a la niña de la muerte, haciendo posible lo imposible.
Tal vez hoy estás atravesando por una situación similar a la de Jairo. Un diagnóstico de enfermedad delicado, una situación económica difícil, un hijo lejos de Dios o con problemas que parecen no tener solución; la muerte de un ser querido, una situación familiar o relacional, la adicción de alguien a quien amas, el desempleo, una infidelidad, entre muchas más. El mismo Jesús que habló con Jairo, viene al encuentro de tu corazón angustiado y desesperanzado para traer vida y esperanza donde no la hay. Ven ante él en humillación, confía en su poder y persiste en tu ruego. Hoy puedes escuchar su voz diciéndote: “No temas, cree solamente”.