Si eres mujer, y adicionalmente estás casada, tienes hijos, una profesión, y miles de tareas por realizar, estoy segura de que te sentirás identificada con esta pequeña nota, con la cual deseo traer esperanza a tu vida para esos momentos en los que la vida cansa.
Soy contadora pública; amo mi profesión y agradezco al Señor por ella, pues es el medio que Él ha empleado para traer la provisión económica a mi hogar. Hoy, una amiga y colega solicitó mi ayuda para revisar su informe para la junta de socios de mañana a las 8 a.m. Nos conectamos por Skype y a pesar de la distorsión de la imagen en el computador, pude ver al otro lado de la pantalla la imagen de una mujer cansada y preocupada; no únicamente por la responsabilidad que tenía para el día siguiente, sino además por su pequeño hijo de tan solo dos años, quien estaba enfermo y demandaba la presencia, atención y cuidados de su amorosa madre.
Al iniciar el diálogo con mi amiga, el llanto de su hijo deseando ser atendido, empezó a inquietarla. Ella sabía lo importante que era terminar sus informes, pero también sabía la prioridad y necesidad de atender a su hijo enfermo. Pude observar su frustración, enojo y cansancio por las muchas cargas que llevaba en sus hombros. Su imagen me hizo recordar cuántas veces he vivido la misma historia y he tenido los mismos sentimientos de frustración, enojo, preocupación y cansancio extremo; pero también recordé las maravillosas palabras de Jesús en el evangelio de Mateo capítulo 11 verso 28 diciendo: “Vengan a mí todas ustedes que están cansadas y agobiadas, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana.”
Aquí está la invitación de Jesús: Vengan a mí ¿Puedes escuchar la voz del Maestro llamándote por tu nombre? Él te conoce de manera personal e individual. Pero no conoce únicamente tu nombre, sabe cuáles son todos los asuntos que te tienen cansada y agobiada; y te propone un intercambio: cargas y cansancio agobiantes por su yugo que es suave y su carga que es liviana. ¿Qué significa llevar el yugo de Jesús? El yugo era una herramienta utilizada por los ganaderos para unir a dos bueyes por el cuello: uno viejo experimentado y uno joven sin experiencia; así el buey viejo le enseñaba al inexperto a hacer los surcos en la tierra.
La invitación de Jesús es a llevar su yugo, es decir, caminar con Él, en su ritmo, y dejarte enseñar en medio de las atareadas agendas que tienes. La promesa de Jesús es que encontrarás descanso para tu alma. Solo caminando con Él encontrarás el compás, la fuerza y el poder necesarios para enfrentar tu vida diaria. Quizá hoy tu estés angustiada y agobiada por los miles de tareas a realizar, pero Jesús te invita a ir a Él, a someterte y entonces hallarás descanso.