Viviendo el nido vacío

Soy una mujer felizmente casada y con dos hijos profesionales a quienes, por la gracia de Dios, pude dedicarles un buen tiempo en su infancia y adolescencia; y me he sentido muy bendecida por el Señor al permitirme ese privilegio. Ya como hijos adultos, ellos tomaron la decisión de salir de casa para seguir sus caminos.

Los primeros meses cuando ellos salieron, empecé a experimentar un torrente de emociones: soledad, tristeza, vacío y la pérdida de un rol al que dediqué muchos años de mi vida. A la par de esas emociones, experimenté por lo menos dos tentaciones:

La primera fue el asegurarme de estar muy ocupada todo el tiempo, para no vivir mi duelo a plenitud. La segunda tentación fue empezar a hacer planes que en mi pretensión eran fáciles de cumplir, pues con mi esposo jubilado, yo podía regresar a mi tierra natal, montar mi negocio de gastronomía que tanto deseaba y servir al Señor en ese lugar.

En esos tiempos, Dios me mostró en su Palabra dos textos de Isaías: El primero fue Isaías 48:17 en el que me decía: Así dice el Señor, tu Redentor, el Santo de Israel: «Yo soy el Señor tu Dios, que te enseña lo que te conviene, que te guía por el camino en que debes andar. El segundo texto fue Isaías 55:9 que dice: Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que tus caminos y mis pensamientos más que tus pensamientos.

Estos dos textos me dieron me una nueva perspectiva y fueron fundamentales para vencer esas tentaciones. Dios me ayudó a entender sus planes para esta nueva etapa de mi vida. No siempre coincidimos con el Señor y Él no nos demanda entender su voluntad, sino que la obedezcamos, aunque nos parezca poco razonable. No fue fácil para mi aceptar lo que Él estaba haciendo, pero Él mismo con su inmenso amor y paciencia conmigo me enseñó y me sigue enseñando a descansar y confiar en Él, aunque no pueda discernir sus métodos ni sus tiempos.

Hoy, después de siete años, seguimos en el mismo lugar mi esposo y yo, viviendo en un nido que no está vacío porque estamos nosotros, y, más importante aún, el Señor nos acompaña bendiciéndonos con sus misericordias nuevas cada día como Él lo promete en Su Palabra porque me ha permitido servirle mucho más de lo que yo había planeado.

Si estás viviendo la etapa del nido vacío, lo más probable es que estés viéndote enfrentada a diferentes emociones y tentaciones. Pídele al Señor que te muestre la condición de tu corazón, pero también pídele que te deje ver cuáles son tus mayores tentaciones en estos momentos. Recuerda que puedes ir en oración a Él y rogar que Él mismo te aconseje con su Palabra y te enseñe a vivir estos tiempos de tal manera que al estar en tu hogar, lo veas a Él llenándolo con su Presencia y su Palabra.

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